La Cuba que queremos para las generaciones presentes y futuras vibra por su esencia, postulados y principios en la nueva Carta Magna que los cubanos han tenido el privilegio de enriquecer con sus criterios, posibilidad vivida únicamente en este archipiélago.
Inspira perfeccionar la que nos legaron los mejores hijos de la Patria desde Carlos Manuel de Céspedes hasta Fidel Castro quien, como mejor discípulo de José Martí, hizo realidad los sueños del Maestro:
“Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
El compromiso debe ser grande y consecuente con este Estado socialista de derecho, de carácter democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad y la ética de sus ciudadanos.
La Cuba que aspiramos es fiel a su amplia historia constitucional desde el documento aprobado en la Asamblea de Guáimaro, en abril de 1869, apenas unos meses después del inicio de la primera guerra independentista; capaz de atemperarse a nuestro tiempo, luego de importantes cambios económicos y sociales, con el noble propósito de hacer un mejor país.
Pretendemos vivir y crear en una nación donde se mantenga indemne el sistema de economía basado en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, en armonía con otras formas de propiedad, con una empresa estatal eficiente y la dirección planificada de la economía.
Fortalece la esperanza de que se refuerce el liderazgo del Partido único, martiano y fidelista, concepto que asume y respalda la mayoría de los cubanos; por ser garante de la construcción de la patria socialista, vanguardia organizada que se sustenta en su carácter democrático y permanente vinculación con el pueblo.
En la Cuba que queremos es incólume el carácter irrevocable del socialismo y del sistema político y social revolucionario, en la que las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con otro Estado no pueden ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera.
Los cubanos sueñan con tener la nación que han diseñado sus hijos e hijas al redactar el Proyecto de Constitución y luego opinar soberanamente en el proceso de consulta popular, devenido profundo ejercicio de democracia único en el mundo de hoy, en el que asistieron más de ocho millones de ciudadanos.
Aspiramos a que todo se geste desde la base, por lo que los municipios adquirirán mayor relevancia a partir del reconocimiento de su autonomía y autoridad para maniobrar sus recursos locales y potenciar su desarrollo socioeconómico, ejercida en correspondencia con los intereses de la nación.
La Cuba que queremos es aquella en la que el trabajo sea un valor esencial de la sociedad, honor, deber, derecho y la mejor herencia que podamos legar a nuestros hijos, para aportar con el sudor de la frente, las manos y el corazón al progreso del país, la felicidad y bienestar individual y colectivo.
Una pretensión sublime es que no solo haya preocupación y ocupación de que los padres asuman su responsabilidad y atiendan a sus hijos, sino también que los hijos obren de igual manera con los padres, con énfasis en los ancianos que reclaman mucho afecto, nunca abandono, en una sociedad que dentro de unos años será la más envejecida de América Latina.
Queremos y luchamos por un país donde en los preceptos esenciales que establece la Ley fundamental de la República, el derecho de igualdad, adquiera mayor desarrollo al incorporar a los ya existentes la no discriminación por género, identidad de género, orientación sexual, origen étnico y discapacidad.
La Cuba que queremos late como expresión de respeto a los principios y de continuidad en el espíritu y letra de la nueva Carta Magna, en un Estado que garantiza a todos los ciudadanos la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz, la salud, la educación, la cultura y su desarrollo integral, hecho que le otorga trascendencia histórica y política al texto constitucional.
Es la Cuba que se construye con nuestros propios esfuerzos con la premisa de que sea próspera y sostenible y, sobre todo, libre para que siga siendo ejemplo de solidaridad, faro y guía en defensa de las mejores causas del mundo de nuestro tiempo.
Tomado de ACN
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