Las administraciones estadounidenses han perjudicado una y otra vez a la afición cubana de beisbol, disciplina que tanto representa a los cubanos
Por Alfonso G. Nacianceno García

A pesar del bloqueo, deportistas como Mijaín López han sustentado los valores del deporte revolucionario. Foto: Ricardo López Hevia
La afición cubana siente predilección por una gama de deportes, entre los que distingue sobremanera al béisbol. Por ello, las administraciones estadounidenses han perjudicado una y otra vez a esta disciplina, que tanto representa para los cubanos.
Como la muestra más reciente de esa hostilidad asistimos a la oposición del Gobierno de Donald Trump al acuerdo de amplio sentido humanista logrado entre la Federación Cubana de Béisbol y la Mayor League Baseball (MLB). En los aportes más apreciados del texto estaban terminar con el tráfico de personas y evitar que peloteros de la Isla debieran renegar de su ciudadanía para jugar en la MLB.
Aquella negación repudiada expone la bajeza de un Gobierno que no ha escatimado esfuerzos por lacerar el prestigio de Cuba en cualquier ámbito de la vida cotidiana.
Otra prueba más de esos deseos de hacer daño la tuvimos en la imposibilidad de competir en la pasada Serie del Caribe de béisbol como miembro pleno de la entidad organizadora, lo que impidió al equipo Leñadores de Las Tunas acceder a los 72 000 dólares destinados para el segundo lugar. Igualmente, el jonronero Alfredo Despaigne y el lanzador Lázaro Blanco tampoco recibieron el premio de 5 000 dólares concebido para cada integrante del Todos Estrellas del evento, sabida cuenta de que los destinos de ese certamen se controlan desde Estados Unidos.
Cálculos conservadores permiten afirmar que entre abril de 2018 y marzo de 2019 el deporte cubano sufrió pérdidas ascendentes a más de cuatro millones 683 991 dólares, como consecuencia de esa arbitrariedad negada a acatar lo expresado en las 27 votaciones de la ONU contra el bloqueo a Cuba.
Hay más. Recurrir a terceros países para adquirir guantillas Rawlings y bates Marucci, utilizados en la pasada Serie Nacional de béisbol, exigió la erogación de más de 11 000 dólares sobre el precio que esos equipos tienen en el mercado estadounidense.
Implementos y artículos producidos por firmas de esa nación –muchos de uso obligatorio exigidos por federaciones internacionales de distintos deportes–, Cuba debe buscarlos en terceros países, con el incremento de hasta un 30 % de su costo. Compañías como Louisville, Wilson, Xbat, Rawlings y Easton son algunas de ellas, de reconocida calidad.
Es solo una muestra de esa maldad que, aunque ha hecho más escabroso el camino, no ha impedido al deporte de la Isla ganar el prestigio que ostenta hoy en el mundo.
Tomado de Granma
Deja una respuesta