¿Por qué amo a Cuba?, ese fue el móvil perfecto de una madre panameña, cuyo hijo se graduó de medicina en la isla, para hablar de su incondicional apoyo a la mayor de las Antillas.
‘Amo a Cuba, porque fue la madre de todas las revoluciones que se han dado en nuestra América; porque es un ícono en el mundo en cuanto a solidaridad, dignidad y cultura de paz; porque ha compartido lo que tiene, y no lo que le sobra; porque mi hijo estudió allá y nunca le preguntaron a qué partido su mamá pertenecía o si comulgaba con el socialismo’, respondió.
Y subrayó: ‘Durante esos siete años yo no sabía lo que mi hijo comía, pero lo que si sabía era que comía todos los días, y eso se lo debo al gobierno y al pueblo de Cuba, a pesar de ser un país bloqueado’.
Historias como estas amenizaron el encuentro ‘entre amigos, de familia’, como lo calificó uno de los asistentes, que sostuvo la vicepresidenta cubana, Gladys Bejerano, con un grupo de miembros del Movimiento de Solidaridad con la nación caribeña
A nombre de los casi mil médicos graduados en Cuba habló Aníbal Arias, quien labora en la central provincia de Veraguas y nunca deja de agradecer todo lo que aprendió en la isla, al igual que la joven universitaria Ileana Corea, la cual aprovechó la ocasión para mandarle un saludo a sus ‘entrañables amigos’ de la FEU (Federación Estudiantil Universitaria).
‘Las enseñanzas y el legado que nos dejó el Comandante en Jefe están fundamentadas en la juventud y los estudiantes que en cada espacio que podemos compartir con ellos vemos lo que es realmente hacer una revolución, por eso hoy más que nunca necesitamos el ejemplo de Cuba para saber la ruta que debemos seguir en Panamá en el tema educativo’, expresó.
Pero más allá de los agradecimientos, las voces de veteranos luchadores como Rubén Souza y Moisés Carrasquilla se alzaron para recordar que Panamá no es solo un país de migrantes, sino el lugar que desde el siglo XIX acogió a muchos refugiados políticos, porque ‘la solidaridad tiene raíces profundas’.
Otros, que también peinan canas como Franklin Ledesma, dijeron ser productos de la Revolución cubana, pues crecieron oyendo a Fidel Castro a través de la onda corta de Radio Habana Cuba, que escuchaban a escondidas en el campo por miedo al regaño familiar.
En tan selecto y variado auditorio, donde la mayoría de los presentes se consideran revolucionarios y amigos de Cuba, tampoco dejó de resonar la voz de la mujer panameña, que al igual que la cubana tiene una doble responsabilidad ‘por amor a la vida y en defensa de los hijos, la familia y la sociedad’.
Después de estos sentidos argumentos, el agradecimiento infinito a nombre del pueblo y gobierno de la isla caribeña no se hizo esperar por parte de Bejerano, quien lamentó no haber cantado el himno de Panamá por no saberse la letra, pero lo más importante es que lo sintió en el corazón.
Reconoció que la solidaridad de Panamá con Cuba no es algo pasajero, porque tiene raíces e historias que se mantendrán en el tiempo, y prometió que la llama y la esperanza de la Revolución no se apagará en nombre de todas las personas que necesitan una esperanza para luchar, ‘antes tendrán que borrarnos de la faz de la tierra’.
Tomado de Prensa Latina
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