Por Arthur González
Leopoldo López refugiado actualmente en la embajada de España en Caracas, después del fracasado intento de golpe militar organizado por Estados Unidos, con el títere Juan Guaidó al frente, los yanquis han vuelto a retomarlo con la ilusión de que pueda lograr un movimiento opositor fuerte, capaz de derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro.
Ante un escenario internacional no esperado por los yanquis, como es el actual diálogo en Noruega, unido al reconocimiento de Alemania a Nicolás Maduro, que evidentemente marca un retroceso al plan estadounidense de aislar al gobierno venezolano, los ideólogos de la CIA, han tenido que utilizar nuevamente la figura del esquizoide Leopoldo-Leo-López, quien desesperadamente está convocando una movilización popular para el viernes 5 de julio 2019.
Leo López, hombre de personalidad complicada y violenta, preparado por el polaco Lech Walesa en su Instituto, para ejecutar actividades provocativas en las calles que dieron resultados en Europa del Este durante los años 80 del siglo XX, ahora desde su refugio en la misión diplomática española conspira abiertamente contra el gobierno constitucional venezolano, pues el auto proclamado “presidente” Juan Guaidó, demostró carencia de liderazgo y poder de convocatoria para movilizar al pueblo.
Los yanquis aspiran a que la figura de López logre reunir al pueblo en las calles, durante la conmemoración de los 208 años de la independencia de España y por eso lo orientan a volver a sus actividades políticas, a pesar de que el gobierno español aseguró que no estaba asilado y desde la residencia del embajador no haría actividades políticas, lo que constituye una violación de la Convención de Viena de 1961, pero se viola siempre que sea para actuar contra gobiernos que no sean del agrado de Estados Unidos.
En un acto de desesperación, Leopoldo hizo un llamado por las redes sociales a las Fuerzas Armadas para que ejecuten un golpe militar contra Maduro, bastión inexpugnable que no han podido comprar a pesar de los millones de dólares que les ofrecen a los principales mandos militares.
Idéntica estrategia diseñó la CIA contra Cuba, cuando en 1962 se planteó en el conocido Proyecto Cuba una tarea que dice:
“La CIA propondrá, el 1 de febrero 1962, un plan para la defección de altos funcionarios gubernamentales cubanos, con el fin de dividir el régimen desde dentro. Este empeño debe ser imaginativo y bastante atrevido para considerar el nombre de un desertor, valorado al menos en un millón de dólares. Esto puede ser la clave de nuestro objetivo de acción política y debe ser llevado sin demora como un proyecto principal de la CIA”.
“La CIA completará los planes del 1 de febrero 1962, para las acciones encubiertas y de engaño, para ayudar a dividir el régimen comunista en Cuba. Son colaboradores en esto los Departamentos de Defensa, de Estado y el FBI”.
Pasado más de medio siglo los yanquis siguen sin alcanzar su objetivo de destruir a la Revolución cubana y la vida les está demostrando que con Venezuela tampoco podrán lograrlo, porque cuando un pueblo se decide a ser libre, independiente y soberano, no hay fuerza, ni sanciones políticas, económicas, comerciales y financieras, capaces de derrocarlo y retrotraerlo al pasado de explotación en que vivían.
En enero del 2006, empleando la residencia del jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Walesa ofreció una video-conferencia en la cual aleccionó a los contrarrevolucionarios cubanos de cómo actuar contra el gobierno, la necesidad de conformar partidos políticos, intentar unirse y no seguir tan divididos, a fin de prepararse para la “Transición democrática” que sueñan los yanquis.
A esa conferencia asistieron una docena de contrarrevolucionarios financiados por Estados Unidos, más diplomáticos de Polonia, de otros países de Europa oriental y periodistas internacionales, quienes apoyaban a los yanquis en el abastecimiento y respaldo a los planes contra Cuba.
En 2013, un grupo de esos asalariados, junto a Leopoldo López, visitaron el Instituto Lech Walesa en Varsovia, donde su director volvió a reiterarle indicaciones de actuación contra el gobierno cubano y de Venezuela.
Al regresar a Venezuela, Leo López comenzó sus acciones subversivas violentas, asesorado por “diplomáticos” de la embajada de Estados Unidos.
Bajo su dirección, se ejecutaron actos terroristas contra instalaciones públicas y estatales, fueron quemados centros comerciales, universidades, el edificio de la Fiscalía General de la República y hasta partidarios de la Revolución Bolivariana.
Por sus actos terroristas, el 12 de febrero del 2014 Leopoldo fue sancionado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión, por delitos de instigación pública, asociación para delinquir, daños a la propiedad e incendios.
Si alguien en Estados Unidos hace algo similar, es probable que sea condenado a pena de muerte, o a dos cadenas perpetuas.
A pesar del cambio de medida a prisión domiciliaria, Leopoldo volvió a sus andadas y participó en la fracasada intentona golpista junto a Juan Guaidó, pero ante el descalabro no tuvo otra alternativa que buscar apoyo de España.
Estados Unidos no se convence que los pueblos no se dejan engañar y a pesar la crisis económica que enfrenta Venezuela por las más de 150 medidas coercitivas unilaterales impuestas, con el marcado propósito de desestabilizar el país, y de que la ciudadanía se lance a las calles para derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro, solo obtendrán más odio contra ellos y más unidad y apoyo a la Revolución chavista, porque como aseguró José Martí:
“Las revoluciones hermosas no tienen necesidad de soldados mercenarios”.
Tomado de El Heraldo Cubano
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