La potencia militar norteña retorna a Ecuador…
Por Lídice Valenzuela

Las islas constituyen un orgullo nacional para Ecuador por su excepcional flora y fauna marina. (AFP)
El presidente de Ecuador, Lenin Moreno, demostró su dependencia de Estados Unidos (EE.UU.) cuando en violación de la Constitución Nacional, permitirá que aviones norteños utilicen con fines militares las islas Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad, además de otras provincias.
Moreno, un ex revolucionario que acompañó como su vice seis años al expresidente Rafael Correa –a quien sucedió en la Primera Magistratura- sufre una metamorfosis ideológica que lo sitúa como uno de los principales aliados de la Casa Blanca en América Latina.
Aunque el pueblo ecuatoriano reconoce el engaño a que fue sometido por el Mandatario y su equipo, la entrega de Galágapos, siempre deseada por los gobiernos estadounidenses, -la ocupó sin permiso durante siete años en el curso de la II Guerra Mundial- provocó grandes manifestaciones de protestas en el llamado país meridiano del mundo, e incluso a nivel internacional.
Luego de implantar medidas económicas neoliberales y endeudar Ecuador con el Fondo Monetario Internacional, -que presta dinero por lo cobra con reformas neoliberales- , el gobierno ecuatoriano dio un peligroso paso al alienarse a la estrategia norteamericana de apoderarse de América Latina y derrocar sus gobiernos progresistas, al permitir la entrada de naves de guerra a la provincia de Galápagos. En América Latina operan más de 70 bases militares del país norteño.
Galápagos es un archipiélago situado en el Océano Pacífico, donde residen unas 25 mil personas y visitan miles de personas cada año. Situado a unos 1 000 kms. de distancia de las costas de la República ecuatoriana constituye un orgullo nacional, por su excepcional flora, y fauna marina, únicos en el planeta, que son allí protegidos por un ambiente natural sin contaminación, lo cual finalizará con la entrada allí de soldados norteamericanos y sus aviones.

Un grupo de tortugas gigantes vadean en un estanque estacional en el volcán Alcedo en la isla Isabela, en Galápagos (Foto: Tui De Roy, Minden Pictures/National Geographic Creative)
La Unesco, que le otorgó el título patrimonial y el de Reserva de la Bioesfera -que no parece reconocer el gobierno de Moreno. El archipiélago posee fenómenos naturales extraordinarios o áreas de belleza natural; son ejemplos sobresalientes de la historia de la Tierra; tienen ciertas características y procesos geomorfológicos y geológicos; son ejemplo de procesos ecológicos y biológicos en el curso de la evolución de los ecosistemas y diversidad biológica y especies amenazadas.
Los ecuatorianos saben de esta maravilla otorgada por la Naturaleza y por ello aprobaron la Constitución Nacional de 2008, que en su artículo 5 dispone:
“Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni instalaciones extranjeras con propósitos militares. Se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras“.
Moreno se burló del deseo popular, sin importarle al parecer el destino de Galápagos y de la soberanía nacional para complacer a la administración del ultraderechista Donald Trump.
SE FUERON DE MANTA, PERO VOLVERÁN
Antes de la implantación de la Carta Magna en el primer mandato de Correa, existía una base militar estadounidense en Manta, próxima a la frontera con Colombia. Ese enclave prestó un servicio de primer orden a las Fuerzas Armadas colombianas para combatir a los grupos guerrilleros del país fronterizo.
El entonces mandatario no renovó el contrato que tenía con EE.UU. y el enclave militar fue cerrado, hasta ahora, cuando existe una posibilidad de real de la reapertura de Manta y la continuidad de uso de la terminal aérea Puerto Principal en Guayaquil, la segunda ciudad más importante del país.
Moreno intentó restarle importancia al futuro Convenio militar por firmar (que algunos medios como La Jornada afirman ya es un hecho) con el Pentágono, cuando después de las manifestaciones públicas contra su decisión afirmó en un tuit que se trata de ¨un aporte de la colaboración del gobierno de los Estados Unidos, en el que la vigilancia aérea es una actividad conjunta entre varios países para cuidar este patrimonio mundial”.
O sea, tal como plantearon los analistas Eduardo Tamayo G. y Helga Serrano Narváez, ¨esto quiere decir, que, para cuidar este patrimonio se requiere el concurso de EE.UU., pero también de la cooperación ampliada junto a los gobiernos de Perú, Chile y Colombia “para tener una postura regional frente a este tipo de amenazas”.
En términos geopolíticos, indicaron, esto quiere decir que el Ecuador se pliega a la geoestrategia militar estadounidense de ¨controlar América del Sur y todo el Pacífico suramericano en función de sus intereses y objetivos imperiales, centrados actualmente en la intervención en Venezuela, el combate al narcotráfico, las migraciones, especialmente de América Central, y la contención de China y de Rusia¨.
LA VERDAD TRAS EL TELÓN
A pesar de la poco creíble aclaración del jefe del gobierno, el panorama que mostró su ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, fue absolutamente opuesto.
En conferencia de prensa con medios internacionales, Jarrín consideró a Galápagos como ¨un portaviones natural¨, y aseguró que desde la isla San Cristóbal operarán los aviones estadounidenses Orión P3 y Awaks.
En su explicación, confirmó que estos movimientos militares se insertan en la lucha contra el narcotráfico promovido por Estados Unidos en el llamado Plan Colombia, -con 200 mil hectáreas de terreno sembradas de coca, y productora del 70% de la cocaína de mas alta calidad en el mundo- ya que, opinó, desde las islas se asegurará ¨permanencia, reabastecimiento y facilidades de interceptación”.
En función de esas operaciones, dijo, el aeropuerto de San Cristóbal sería ampliado y “Estados Unidos se va a encargar de mejorar las condiciones, especialmente de reabastecimientos”. Para tratar de evitar las protestas que vinieron de inmediato, y darle cierto matiz nacionalista a la entrega del preciado tesoro natural, Jarrín indicó que “cada operación será escoltada por oficiales ecuatorianos”.
Según el diario El Comercio del 19 de junio, “una vez que entren a operar las aeronaves desde Galápagos, la idea del Gobierno es crear el denominado “triángulo de seguridad”, conformado también por Manta y Guayaquil.
Jarrín confirmó que los Orion P3 y Awaks utilizan desde mayo pasado una terminal de Guayaquil para sus supuestas operaciones de reconocimiento.
El pasado 2 de agosto, el ministro de Defensa anunció el funcionamiento de una Oficina de Cooperación de Seguridad (OCS) acordada entre Ecuador y EE.UU. “por disposición presidencial y autorización de Cancillería y Defensa”.
Las OCS funcionan bajo la dirección de la Agencia de Asistencia de Seguridad y Defensa norteamericana. Sus actividades ¨promueven los intereses de seguridad específicos de los EE. UU., incluidas todas las actividades internacionales de cooperación de armamentos y actividades de asistencia de seguridad”.
Para el académico Fernando Casado, ¨no hay claridad sobre quién va a asumir los costos de esta llamada ¨cooperación¨, dado que la administración de Trump ha dicho que los países receptores, deberán pagar. Además Casado advirtió que Moreno burló el pase del acuerdo castrense por el Legislativo y la Corte Constitucional.
ENTREGUISMO A EE.UU.
El entreguismo del gobierno ecuatoriano es incuestionable. Luego de una lucha incesante por recuperar el territorio de Manta, libre de armas extranjeras desde el 2009, Moreno contribuye con su eventual reapertura a ampliar la militarización de Estados Unidos en la región, cuyas armas apuntan a la soberanía de Venezuela.
La estrategia del Pentágono apunta a rodear el territorio venezolano desde sus bases más cercanas. Solo en Colombia cuenta con siete bajo la cobertura del Plan Colombia, y en casi todos los países centroamericanos y caribeños posee al menos un Puesto de Operaciones de Avanzada, pequeñas bases de rápida movilización hacia sus destinos.
En apenas dos años, Moreno, a quien Correa confió la continuidad de la Revolución Ciudadana, ha puesto en riesgo al país de convertirse en otra colonia de EE.UU., con sus antipopulares medidas, su participación en el contrarrevolucionario Grupo de Lima, y ahora la entrega de Galápagos.
En algún momento de su período presidencial llegó a acumular un 80% de simpatía, pero ahora los números están en rojo con apenas un 15% y la tendencia es a continuar a la baja. Sus acciones demuestran su verdadera ideología.
Acciones neoliberales, unión con las fuerzas derechistas del país, actitud cobarde al entregar al Reino Unido al activista, periodista e informático Julián Assange asilado en la embajada ecuatoriana en Londres para ser extraditado a EE.UU., salida de los procesos integracionista del ALBA y de UNASUR, cierre de las conversaciones de paz entre Colombia y el Ejército de Liberación Nacional en Quito, la capital.
A ello se une también el escándalo de corrupción que le rodea junto a su familia por uso indebido del dinero público. Razones tiene el pueblo ecuatoriano para rechazarlo, no solo a él, sino a su traición a la democracia, la soberanía nacional y los ideales más justos de la Revolución Ciudadana.
Tomado de Cubahora
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