Por: Marco Velázquez Cristo.
Los discursos de Donald Trump y el de su fiel vasallo el presidente de Brasil Jair Bolsonaro en la ONU fueron un homenaje a la desvergüenza y el cinismo. Constituyen un insulto a la humanidad y su mayor víctima fue la verdad.
Venezuela, Nicaragua y Cuba fueron el blanco de sus diatribas. Trump parecía una fiera rabiando y aullando de frustración e impotencia ante el fracaso de sus planes para destruir tres revoluciones que no se pliegan a sus designios. El papel de Bolsonaro fue bochornoso, solo le faltó pedirle a su amo una copia de su discurso para repetirlo.
No voy a exponer para rebatir la sarta de sandeces y mentiras que profirieron, en definitiva el mundo no está poblado por ignorantes y el prestigio de nuestras revoluciones no lo pueden enlodar un magnate y un corrupto que carecen de él, la respuesta de nuestro canciller basta.
Si Trump se detuviera a estudiar la historia de la nación cubana y dentro de ella la de su única revolución comprendería que, de la forma en que está actuando y expresándose a nombre del imperio que representa jamás logrará un entendimiento con nuestro pueblo. Quizás le esté pidiendo demasiado al norte revuelto y brutal que nos desprecia, pero en todo caso ese es su problema.
Y mientras eso ocurría en el recinto de la ONU, la presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de EE.UU., Nancy Pelosi, anunciaba el inicio de las investigaciones para intentar realizar un juicio político contra el presidente Donald Trump y pongo intentar porque en realidad aún no hay nada definitivo y en USA las cosas suelen no comportarse de manera lógica y si obedecer a los intereses de las elites que conforman los círculos de poder.
Además Trump es solo una pieza más de un sistema que presupone los intereses económicos y políticos de la más sucia esencia por encima de los principios éticos, en el que se ignoran las más elementales normas del derecho internacional. Un sistema donde los preceptos de justicia, moral y lo lícito son transformados y adaptados acorde a los fines que se persiguen.
Un ejemplo de que el comportamiento del imperio no depende de un solo hombre lo constituye el despido de John Bolton, no pocos pensaron que la agresividad de EE.UU. disminuiría fundamentalmente contra Cuba y Venezuela, sin embargo a resultado a la inversa. Un periodista europeo cuando Trump llegó a la presidencia dijo, “pusieron un loco al frente del manicomio”, le faltó decir, de un manicomio extremadamente peligroso para la humanidad.
El escenario dentro del cual se deberá desarrollar el mencionado proceso no parece favorecer su culminación exitosa, pues a pesar de que es bastante probable que la resolución que legitimaría la destitución del orate sea aprobada por la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen mayoría 235 de 435 escaños, esta necesitaría también ser aprobada por el Senado, donde la situación cambia, ya que allí son minoría al tener 47 de 100 escaños.
Para lograr completar el proceso los demócratas necesitan dos tercios de los votos es decir 67 de 100, por lo que tendrían que conseguir que 20 senadores republicanos votaran a favor del mismo. Algo bastante difícil de que ocurra si consideramos que, Donald Trump aventaja a todos sus rivales republicanos en la carrera presidencial y según las encuestas tiene un índice de aprobación de alrededor del 43% lo que implica que, de ser destituido el Partido Republicano perdería casi todas las posibilidades de ganar las elecciones presidenciales de 2020, por lo que el ya famoso posible proceso de impeachment pudiera convertirse en otro show mediático, uno más de los tantos de los que ven la luz en Estados Unidos. Esperemos.
Por otra parte el acorralamiento de un hombre que ha dado muestras de reaccionar ante situaciones complejas de tensión asumiendo conductas desafiantes y agresivas que evidencian un posible desequilibrio mental puede ser un factor que lo lleve a arrastrar la política exterior del imperio hacia comportamientos aún más hostiles.
No especulo, esas características y proceder del presidente norteamericano la literatura especializada lo asocia con el trastorno explosivo intermitente que supone episodios repentinos y repetidos de conductas impulsivas, agresivas y violentas, o arrebatos verbales agresivos, algo que nadie puede negar que en él se manifiesta.
En conclusión estamos frente a un presidente y un sistema desequilibrados que rigen los destinos de la principal potencia militar y económica del planeta, de ella no debemos esperar nada bueno, los milagros no existen y para que el imperio cambie debería ocurrir uno de ellos.
Por eso los cubanos a los que no nos amedrentan el poderío del adversario, ni sus amenazas, tampoco nos desaniman los obstáculos que este pone en nuestro camino hacia el desarrollo, que no perdemos el sueño y la alegría por mucho que se esfuerce en lograrlo, seguiremos resistiendo y luchando en busca de la victoria final, sin importarnos que quien o quienes manden en USA, se llamen Donald, Ronald, John, Peter, Bill, Richard o cualquier otro nombre.
Confiados en nuestras propias fuerzas y apoyados por la solidaridad de los que luchan por un mundo mejor siempre encontraremos variantes para derrotar los planes imperiales y para salir adelante.
“…Revolución es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional…”
Fidel.
Tomado de PostCuba
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