
Por Pastor Batista Valdés
Acostumbrado a picar, de un buen machetazo, o a quemar mediante un chorro de alcohol y un fósforo encendido cada alacrán que asomara el aguijón junto a la pared de madera o entre zapatos, cajones y otros objetos, ningún campesino hubiera imaginado medio siglo atrás que a esta altura del tiempo la ciencia médica cubana les estaría rindiendo verdaderos honores o dispensándoles los más sensibles cuidados a esos escorpiones.
Así ocurre cada día en el alacranario con que cuenta la Empresa de Laboratorios Biofarmacéuticos de Medicamentos, Labiofam, en Las Tunas.
Como en otras provincias, no se trata de un hobby para ocupar en algo el día con tan peligrosas “mascotas”.
Cada vez más experimentados en el arte de “ordeñar” a esos arácnidos, los trabajadores de la entidad multiplican, mediante la sumatoria de pequeñísimas dosis individuales, la toxina que le extraen al llamado alacrán azul, científicamente registrado como Rhopalurus junceus.

Con ese propósito, los invertebrados son sometidos, uno por uno, a pequeñas estimulaciones o impulsos eléctricos, como resultado de los cuales es liberado el veneno, sin causar daños para esos animales, que con el tiempo son sustituidos por otros y reincorporados a su hábitat.
Según explica el Doctor Osvaldo Pérez Vega, director de Labiofam en Las Tunas, la ponzoña que segregan tiene un valor extraordinario para la biotecnología médica cubana, en particular para la producción del Vidatox 30CH, medicamento alternativo, homeopático antitumoral, analgésico y antinflamatorio que se aplica por vía oral contra formaciones tumorales cancerosas.
Aunque el mencionado fármaco no constituye cura definitiva contra la enfermedad, la práctica ha demostrado que mejora de forma sustancial la calidad de vida de pacientes con cáncer avanzado y su aplicación no interfiere otros procedimientos convencionales como la quimioterapia, los citostáticos, la radioterapia o la cirugía, tal y como reconoce el sitio dedicado a esa experiencia cubana en México: uno de los numerosos países que agradecen el inocuo tratamiento.
Informaciones acerca del tema consignan que desde inicios de la década de los años 90, estudiosos de la Facultad de Ciencias Médicas de Guantánamo, encabezados por el Licenciado Misael Bordier Chibás, realizaron investigaciones que develaron las propiedades de la toxina del escorpión azul, abundante en esa región.
Desde el 15 de marzo de 2011 el país registró oficialmente como medicamento homeopático de origen animal al Vidatox 30CH, en cuya elaboración interviene inicialmente la red cubana de entidades pertenecientes a Labiofam, mientras el producto final es fabricado en la capital cubana.
Tomado de Bohemia
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