
Mientras la crisis en EE.UU. se agrava y las protestas surgidas a raíz del asesinato de George Floyd toman un matiz más amplio, salen a relucir viejas y nuevas heridas de una sociedad necesitada de un cambio profundo.
El maquillaje con que se intentó cubrir el rostro ajado de la «Liberty» estadounidense se desvanece poco a poco y la verdad se abre paso en la mente y los corazones de la gente. Un manifestante en Nueva York pregunta frente a las cámaras de una cadena de tv que cubre las protestas: ¿Dónde está el mejor país del mundo?, y se responde a sí mismo con ira y dolor: «aquí no es».
A pesar de que el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, alardee de ser un mentiroso consumado y rememore durante una entrevista en la Universidad de Texas a&m, la etapa en que era director de la cia, su imagen de supuesto hombre fuerte tampoco es respetada.
El jefe de la diplomacia yanqui sigue siendo el mismo cínico que dijo:«Yo era el director de la cia. Mentimos, engañamos y robamos. Teníamos hasta cursos de entrenamiento» lo cual despertó el aplauso de los presentes, entre quienes seguro se encontraba alguno de los que, en estos días, obedeciendo la «orientación» de Trump, hacen gárgaras con cloro para combatir la COVID-19.
No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Sobre el actual gobierno recaen las más de 112 000 muertes por la pandemia, el desempleo galopante, la pérdida de derechos, el hambre de muchos (hambre que ya no pueden ocultar), la falta de asistencia médica de la mayoría del pueblo y la discriminación racial.
El considerado ya por muchos el peor presidente de la historia de EE.UU.. se cubre del diluvio de críticas, con una lluvia de mentiras lanzadas a través de Twitter, una especie de estrategia de «contra aguas» que parece no tener sentido, pero lo tiene.
Donald Trump habla a sus bases, a los que votaron por él en la elección anterior y espera que lo hagan en la próxima, el 3 de noviembre. Son bases seguras que se han mantenido fieles a su mandato, a pesar de la deserción de un grupo de los menos firmes.
¿Quién votará por quién?
Votarán por Trump los que le consideran un «ganador» que conseguirá el éxito para EE.UU., esos que admiran sus dotes de showman, sus poses misóginas, su imagen de hombre rico, poderoso, con mucha suerte para las mujeres.
Lo harán los enajenados con teorías conspirativas, entre los que están quienes creen que la reforma sanitaria y la 5g buscan controlar a la población estadounidense, se oponen a la vacunación, creen que la izquierda pertenece a una raza invasora extraterrestre que quiere dominar el mundo, y otras mil y una teorías absurdas.
Trump se regodea en el amor incondicional que le tienen muchos ultranacionalistas, fanáticos religiosos, racistas, supremacistas, separatistas, ante los que se presenta como un outsider político.
Calculan, Trump y su equipo, que mucha de la gente que se opone a su reelección tampoco votará por Joe Biden.
Estiman que los más radicales, que desean un cambio profundo en el país, no votarían por el grupo neoliberal que representa el ex vicepresidente. Muchos millennial y de la generación z, no ven en Biden una opción viable para la solución de los problemas del país, opinan los seguidores del magnate-presidente.
Por lo tanto, ante un posible abstencionismo masivo motivado por falta de alternativas valederas y la seguridad del voto de sus bases, confían los seguidores del mandatario actual que pueden vencer de nuevo.
Un futuro incierto
Sin embargo, la situación se oscurece para él. Importantes figuras del Partido Republicano, prestigiosos militares y halcones con voz e influencia, cierran filas contra una posible reelección.
Colin Powell, expresidente del Estado Mayor Conjunto estadounidense, fue el último de una serie de altos oficiales retirados en criticar públicamente a Donald Trump.
«Tenemos una Constitución. Y tenemos que seguir esa Constitución. Y el presidente se está alejando de ella», dijo Powell en una entrevista a CNN, en la que lo acusó de «mentir sobre muchas cosas».
Powell, se desempeñó como secretario de Estado durante el gobierno de George W. Bush y según el centro de investigaciones Pew Research Center, un think tank con sede en Washington d. c., sus declaraciones pueden influir en los votantes independientes, que constituyen el 38 % del electorado.
Entre otros, Trump ha recibido críticas de los expresidentes George W. Bush y Barack Obama y del excandidato presidencial Mitt Romney.
A Powell se suman las voces de varios importantes militares, entre ellos el que fuera su secretario de Defensa, James Mattis, quien señaló que Trump no es «un líder maduro» y lo acusó de «intentar deliberadamente dividir al país».
El exjefe de gabinete, John Kelly, general retirado que fue parte del gobierno, le pidió al pueblo estadounidense que «miren con atención a quién eligieron».
Otro uniformado que habló públicamente contra el inquilino de la Casa Blanca fue el almirante naval retirado, William McRaven, comandante que dirigió la operación militar en la que Estados Unidos dio muerte a Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda.
«Es tiempo de un nuevo liderazgo en este país, republicano, demócrata o independiente», y agregó que «el presidente demostró que no tiene las cualidades necesarias para ser un buen comandante en jefe».
El actual secretario de Defensa, Mark Esper, criticó las acciones de Trump durante las protestas: «No apoyo la invocación de la Ley de Insurrección. Estas medidas solo deberían utilizarse como último recurso, y en las situaciones más urgentes y extremas».
Intelectuales destacados, artistas y deportistas de renombre, trabajadores, desempleados, afrodescendientes y latinoamericanos, empresarios y exsoldados, pequeños propietarios arruinados por la crisis, jóvenes de todos los estratos sociales, se han unido en las protestas a todo lo largo y ancho de EE.UU.
Muchos hablan de darlo todo para que no sea reelecta la actual administración. La cosa pinta fea para el magnate presidente. Haga lo que haga, la historia se empeña en serrucharle el piso.
Tomado de Granma
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