Por Francisco Guzmán Márquez*
«En 1956, seremos libres o seremos mártires».- Dr. Fidel Castro Ruz.
La amistad entre los pueblos de Cuba y México tiene hondas raíces históricas. En 1853, año del natalicio del Maestro de América José Martí, el independentista cubano Pedro Santacilia y el Benemérito de las Américas, Benito Juárez, desterrados ambos, se encontraron en la ciudad estadounidense de Nueva Orleáns, desde donde cultivaron una íntima relación y sellaron un serio compromiso de lucha basado en la coincidencia de sus ideales libertarios.
En esa firme cadena de unidad y amistad el estado de Veracruz constituye un fiel eslabón. Por Veracruz entró a México José Martí, cuya entrañable amistad con el poeta Salvador Díaz Mirón lo llevó a visitarle en prisión, donde sostuvieron una larga charla matizada con poemas y proyectos.
El 26 de julio de 1953, un grupo de jóvenes miembros de la Generación del Centenario, denominación adoptada en referencia al año del natalicio del prócer independentista y en homenaje a su memoria, cansados de la miseria, la prostitución, el analfabetismo, la violencia y el sometimiento de los intereses de la nación cubana al poder imperial norteamericano, decidieron asaltar los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo. Las acciones devinieron en derrota militar, con un saldo de numerosos muertos y heridos por parte de los jóvenes asaltantes. Los sobrevivientes fueron hechos prisioneros. Muchos abogados independientes se ofrecieron a defenderlos pero al ser rechazados por la fiscalía de la dictadura, el joven jurista Fidel Castro Ruz asumió su propia defensa, conocida como «La Historia me Absolverá», documento histórico que retrata el drama social de su Patria y deja clara la razón de su lucha.
Debido a las protestas populares que obligaron al dictador Fulgencio Batista a expedir una Ley de Amnistía para liberar a todos los presos políticos, incluidos los asaltantes del Moncada, los heroicos combatientes abandonaron Isla de Pinos, espacio carcelario que convirtieron en una «prisión fecunda», en cuyo interior fundaron la Academia Ideológica «Abel Santamaría» y la Biblioteca «Raúl Gómez García», caídos en la frustrada acción y dedicando horas enteras al estudio de la obras de Martí, Marx, Engels y Lenin, profundizando en el análisis de la realidad política, social y económica de Cuba y afianzando sus convicciones en la lucha armada.
Fidel Castro expresó: «No considero que en la prisión se pierda inútilmente el tiempo. Por el contrario, aquí estamos preparando ideológica e intelectualmente la vanguardia y los jefes de nuestro Movimiento… La prisión es para nosotros academia de lucha y nada podrá detenernos cuando la hora llegue…»
La persecución que la dictadura ejercía sobre el máximo líder del movimiento, lo obligó a exiliarse para organizar la revolución, ¿A dónde si no?, a un país amigo y cercano a Cuba, sí, a México!
Así, el 7 de julio de 1955, en el vuelo 566 de Mexicana de Aviación, el joven abogado viajó de La Habana a Mérida, desde donde otro avión lo llevó al puerto de Veracruz. El 8 de julio en autobús llegó
a la ciudad de México para reunirse con su hermano Raúl, Calixto García, Héctor Aldana y otros compañeros.
Ya en territorio nacional, el Movimiento 26 de Julio instaló un campamento de entrenamiento militar en el rancho Santa Elena del poblado de Llano en Medio, municipio de Ixhuatlán de Madero, Veracruz. En el puerto de Veracruz, en Boca del Río y en Jalapa, capital del estado, acondicionó casas de seguridad y también realizó entrenamientos y preparativos en la CDMX, Tamaulipas y las cercanías del Popocatépetl, con la simpatía y el apoyo de nuestro pueblo.
La hora de marchar e iniciar la lucha armada contra la tiranía, se acercaba inexorablemente. La visionaria sentencia de Fidel: «En 1956, seremos libres o seremos mártires», resonaba en la mente y en los corazones de los resueltos combatientes, al tiempo que el enemigo los acechaba incesante cada día más. El 25 de noviembre de 1956, 82 valientes como Fidel, Raúl, el Che, Camilo, Almeida, Ramiro Valdés y Guillén Celaya, desafiando el riesgo de navegar en el tormentoso mar y decididos a enfrentar a la sangrienta tiranía apoyada por el imperio del norte, se lanzan a conquistar la gloria y la libertad para su sufrido pueblo, desde el puerto de Tuxpan, Veracruz, a bordo del yate Granma, en medio de esa histórica noche, encarnando no sólo los anhelos de libertad e independencia de Cuba, sino las esperanzas de redención de todo un continente.
Hazaña que se hizo realidad dando luz de realizaciones profundas y concretas para Cuba reconocidas por la propia ONU y proyectadas al mundo con sus brigadas médicas y educativas de solidaridad internacional.
Desde nuestro Instituto «Flores Magón-Mella», refrendamos la amistad indestructible con la Revolución Cubana y decimos: ¡Loor eterno a los héroes y mártires del Moncada! ¡En su memoria, a 67 años de su sacrificio, exigimos el fin del infame bloqueo económico y financiero que impone el imperio al pueblo de Martí y de Fidel! ¡Viva Cuba socialista! ¡Venceremos!
*Presidente del Instituto de Relaciones Culturales Mexicano-Cubanas «Flores Magón-Mella»
Tomado de La Jornada Veracruz
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