
Por José Antonio Fulgueiras.
(Fragmento)
Orlando Bosch aseguraba haber colaborado con las fuerzas revolucionarias que intentaban derrotar a Batista. Y era verdad, pero su afiliación total fue con la tropa del Segundo Frente del Escambray dirigida por el traidor Eloy Gutiérrez Menoyo, e integrada, además, por una manada de “comevacas”, alimentadores de la insidia, la desunión y la felonía en el macizo montañoso escambradeño.
Allí, en esa tropa, visitó y admitió a “guerrilleros” como el futuro terrorista Nazario Sargén. Bosch se mofaba de ser un gran amigo del Comandante en Jefe Fidel Castro. Lo hacía saber dondequiera que llegaba y algunos hasta se lo creyeron. Pero el día 6 de enero de 1959, la Caravana de la Victoria, con Fidel al frente, se detuvo en un chalet a la entrada de Santa Clara. Enrique Oltuski, coordinador del Movimiento 26 de julio en Las Villas, revela este pasaje:
- Hay alguien afuera llamado Bosch que insiste en entrar.
- ¿Quién? –preguntó Fidel– ¿Bosch?
- Sí, respondí yo, Orlando Bosch es un médico que dice que fue amigo tuyo en la Universidad y que ha colaborado con el movimiento.
- Eso no es verdad, no es amigo mío, sino un gánster y un politiquero cuando era dirigente estudiantil en la Universidad.
A partir de entonces, aquel cretino con cara de puerco rabioso comenzó a conspirar contra la naciente Revolución. Se opuso enfáticamente a que fueran condenados los pilotos criminales de guerra que habían bombardeado ciudades cubanas y provocaron cientos de víctimas en el transcurso de la guerra de liberación.
Luego viró su brújula hacia el norte “revuelto y brutal” y se alió a las bandas de alzados del Escambray. Aunque solamente pernoctó por los campamentos, se autovaloró como uno de los principales cabecillas, mató a un miliciano, y en una embarcación –junto a su hermano– arribó “triunfante” a Estados Unidos.
El “depredador de sueños” ingresó en la CIA en 1960 y fue rápidamente instruido en técnicas de asesinato y explosivos, para llevar a cabo actos terroristas contra intereses cubanos y de otras naciones que comerciaban con la Isla. Como por “arte de magia” fue nombrado representante de la organización Movimiento Insurreccional de Recuperación Revolucionaria (MIRR).
Para hacer valer su nombramiento realizó ataques aéreos contra blancos civiles en centros urbanos dentro de Cuba, como la refinería de petróleo de La Habana, la Planta Química de Matanzas y otros en la propia ciudad de Santa Clara. Realizó, además, ataques piratas contra buques extranjeros en travesía hacia Cuba.
El 17 de enero de 1963 se adjudicó el lanzamiento de bombas de Napalm y fósforo vivo contra el central Niágara, en Pinar del Río, cuando declaró a la prensa en Miami: “Si tuviéramos recursos ardería Cuba de un extremo a otro”.
El 11 de junio de 1965, el periódico The Miami News publicó su aval terrorista de los últimos tres años frente al llamado MIRR, destacando que Bosch y cinco de sus hombres fueron detenidos en Orlando, Tampa, al intentar exportar sin licencia 18 bombas de aviación desde territorio de Estados Unidos.
Se comprobó que los detenidos se disponían a bombardear la refinería de La Habana. Se les ocuparon, además, dos ametralladoras calibre 50, ametralladoras de mano, 230 granados y 300 libras de explosivo. En el pleno proceso judicial, Bush anunció a la prensa que el barco cubano Aracelio Iglesias había sido saboteado por miembros de su organización, mientras cruzaba el canal de Panamá.
La opinión del mundo aguardaba por una sentencia justa y ejemplarizante, que frenara los ímpetus criminales del depredador, más todo terminó en una fianza de 7 mil dólares, a pesar de que Orlando Bosch archivaba, por hechos similares, dos causas ante el tribunal de Miami, Florida.
Su propia gentuza hablaba muy mal de él y lo catalogaba de “aprovechado y mentiroso” que se atribuía acciones que no había realizado y que no era más que un cobarde disfrazado de guapetón.
A pesar de haber sido condenado en varias ocasiones a altas penas, extrañamente dejaba muy pronto las prisiones. Este “paño tibio” de Estados Unidos sobre él, lo incitó a atacar con fuerza barcos mercantes que trasladaban alimentos, medicinas u otro tipo de mercancías hacia Cuba. De esa forma ordenó, preparó y participó en sabotajes a varios cargueros ingleses y mercantes japoneses, españoles y polacos.
Lo hacía de manera tan desmedida que en 1968 no le quedó otro remedio a un gran jurado de Estados Unidos que declararlo culpable y cerebro de esos actos terroristas. Se le acuso, además, de ser firmante de comunicados amenazadores en la prensa y ejecutor de 40 actos terroristas ejecutados en área de Miami, durante ese año.
Recibió por ello una condena de 18 años de privación de libertad al imputársele cinco cargos diferentes. Pero el 15 de diciembre de 1972 ya estaba en la calle, después de pasar, a penas, cuatro años de prisión.
Fuente consultada:
- José Antonio Fulgueiras. Orlando Bosch tiene cientos de muertos clavados en las pestañas.“Welcome Home; torturadores, asesinos y terroristas refugiados en EE.UU”. Editorial Capitán San Luis. La Habana, Cuba, 2005.
Tomado de Patria Nuestra
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