
Por Marilyn Garbey Oquendo
El 25 de septiembre Danza Contemporánea de Cuba celebra 61 años de trabajo. Habitualmente festejan la fecha fundacional en el escenario, en franco diálogo con sus espectadores, pero en este 2020 la pandemia ha obligado a suspender todos los proyectos de creación en vivo.
La compañía que dirige el bailarín y profesor Miguel Iglesias debió presentarse en el Ottawa Art Center, de Canadá. En colaboración con el Teatro Ecuestre de París, bajo la égida del gran bailarín Julio Arozarena, montaban La consagración de la primavera. La invitación del Festival Cervantino, en México, se pospuso. En el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso estrenarían Páramo, de la coreógrafa Laura Domingo Aguero, una mirada a ese monumento literario que es Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo; y Beethoven, inspirada en la obra del músico alemán, creación de uno de los coreógrafos más reconocidos, George Céspedes.
Durante el proceso de montaje de Páramo llegó el imperativo del confinamiento. La exigencia del distanciamiento físico para preservar la salud impidió volver a los salones de ensayo. Los cuerpos entrenados de los bailarines se colocaron en situación de vulnerabilidad ante la amenaza del coronavirus. Y es que la danza reclama el contacto corporal, invita al intercambio de energía humana, proponer compartir las miradas.
Para danzar la novela de Rulfo, la coreógrafa seleccionó 14 intérpretes de probado virtuosismo y sumó el talento de Jorge Amado. Laura Domingo Agüero es poeta, realizadora audiovisual y coreógrafa. Formada en la Escuela Nacional de Ballet, en la Universidad de La Habana y en la Universidad de las Artes ISA, encontró en Danza Contemporánea de Cuba la posibilidad de transgredir las fronteras artísticas.
Jorge Amado es un joven compositor, recién egresado de la Universidad de las Artes (ISA). Con su presencia en el equipo creador, se retoma una vieja práctica de colaboración entre los músicos cubanos y la danza. Nombres como Leo Brouwer, Juan Blanco, José María y Sergio Vitier dejaron su huella en los salones del Teatro Nacional, sede la agrupación desde el 1959 hasta el día de hoy. Fueron vínculos tan estrechos que el mayor de los hermanos Vitier dirigió la compañía entre 1979 y 1984. Amado, a sugerencia de la coreógrafa, tomó pasajes de la música del polaco Chopin, con arreglos que evaden los estereotipos de lo cubano, sosteniendo el espíritu romántico, a tono con los requerimientos de la escena.
Trasladar al lenguaje danzario la historia literaria de la pasión de un hombre por una mujer, exigió altas dosis de creatividad a la coreógrafa: “ una obra poblada de personajes desgarrados, oscuros y rutilantes que se muestran con la sutileza de un espectáculo danzario mientras se expanden en las ondas de la perpetuidad”.***
Algunos datos de la Historia

El 25 de septiembre de 1959 apareció en el periódico Hoy una convocatoria que llamaba a acudir al Teatro Nacional a personas con deseos de formar una compañía de danza. Al maestro Ramiro Guerra se debe tal osadía, respaldada por la Dra. Isabel Monal, directora fundadora del Teatro Nacional. El 19 de febrero de 1961, en la sala Covarrubias, debutaba la compañía que cambió de nombres varias veces hasta asumir el de Danza Contemporánea de Cuba.
La compañía sube a escena todos los colores de Cuba: hombres y mujeres, blancos y negros. Los coreógrafos reflejan los conflictos del ser cubano, desde mulatos y mambises hasta el intenso diálogo generacional que acontece hoy en Cuba. Se entrenan con la técnica cubana de danza moderna, nacida y desarrollada al calor del trabajo, en constante interacción con las tendencias mundiales de la danza, propiciando la formación de bailarines de alto nivel.
Por su capacidad para generar la formación de otras agrupaciones danzarías, ha devenido en madre nutricia de la danza cubana. Figuras que hoy dirigen agrupaciones como Rosario Cárdenas, Marianela Boán, Narciso Medina, George Céspedes, Osnel Delgado, Norge Cedeño, se formaron allí. De su nómina han emergido varios Premios Nacionales de Danza: Ramiro Guerra, Eduardo Rivero, Lorna Burdsall, Santiago Alfonso, Isidro Rolando, Rosario Cárdenas, Miguel Iglesias.
Vinculada estrechamente con el Sistema de Enseñanza Artística, ha contribuido a la formación de un público conocedor de la danza y presto a dialogar con nuevas formas de hacer. Han creado un modelo de gestión cultural que permite la colaboración con coreógrafos de renombre mundial y la presentación de la Compañía en prestigiosos escenarios del mundo.
Por lo pronto, habrá que esperar la reapertura de los teatros para asistir al estreno de Páramo, una obra que promete hacer historia en el repertorio de DCCuba, como puerta abierta a la esperanza.

Tomado de Cubadebate
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