Por Maylin Camilo Castillo
Ya pasaron 92 años de su asesinato y todavía Cuba llora por él como aquel día que manos cobardes le quitaron la vida. Era la noche del 10 de enero, el joven líder estudiantil y antiimperialista cubano, Julio Antonio Mella, caminaba por una calle de la ciudad de México con su compañera de vida, Tina Modotti, cuando sus asesinos lo liquidaron a balazos, por la espalda como él había vaticinado.
“No le tengo ni un ápice de miedo a la muerte, lo único que siento es que me van a asesinar por la espalda”, expresó Mella antes de salir de Cuba al exilio anticipando lo que el dictador cubano, Gerardo Machado, ordenaría a sus sicarios en enero de 1929 para cortar su fecunda vida”.
Revolucionario cubano, cofundador del Partido Comunista de Cuba y de la Federación Estudiantil Universitaria, entre numerosas organizaciones. Desarrolló en su corta existencia una actividad política y revolucionaria que lo convirtió en un líder de talla internacional.
Honesto revolucionario que supo con firmeza y dignidad enfrentar las incomprensiones y erróneas acusaciones, dentro de las propias filas comunistas, y, sobre todo, halló las vías más idóneas para superar esos momentos difíciles en aras de los intereses mayores de la Revolución.
Su sueño de ser militar y pelear por la Patria americana se convierte en fuerte resolución. El anhelo de matricular en el Colegio Militar de San Jacinto lo lleva a emprender en 1920 viaje a México. Desde ese país en revolución comprendió la doble moral imperialista que declaraba el panamericanismo y la democracia, mientras mantenía sus tropas de ocupación en Nicaragua, Haití y República Dominicana.
Sus primeros trabajos periodísticos aparecieron en la revista universitaria Alma Máter (1922-1923), de la que fue administrador. En enero de 1923 es líder de la lucha estudiantil por la reforma universitaria. Funda la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). En octubre de 1923 organiza y dirige el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, y en noviembre inaugura la Universidad Popular José Martí, con el propósito de impartir instrucción política y académica a los trabajadores y de vincular la Universidad “con las necesidades de los oprimidos”.
También se implantó la Declaración de Derechos y Deberes del estudiante, de su autoría, donde se establecía que su deber era divulgar los conocimientos en la sociedad y especialmente entre los obreros.
Fue director y redactor de Juventud (1923-1925), fundador de la Liga Anticlerical (1924) y de la sección cubana de la Liga Antiimperialista de Cuba junto a Carlos Baliño y con la presencia combativa de Rubén Martínez Villena. La Liga, inspirada por la Internacional Comunista, sería un instrumento fundamental para la aplicación creativa de las ideas leninistas en los países coloniales y dependientes. Julio Antonio llegaría a convertirse en el máximo orientador de la organización en toda Latinoamérica. En este mismo año ingresa en la Agrupación Comunista de La Habana y desde esta despliega un trabajo muy activo entre el proletariado.
En 1924 publicó un folleto titulado Cuba, un pueblo que nunca ha sido libre, dividido en varias partes: “El imperialismo yanqui ha sido siempre enemigo de la independencia de Cuba”, “La soberanía de Cuba ante el Derecho Político”, “La Enmienda Platt”, y “Otras manifestaciones del dominio yanqui en Cuba”.
Julio Antonio Mella se exilia en México y se vincula al movimiento revolucionario continental e internacional del que es nombrado secretario general, posición rectora desde la que establece contacto con los revolucionarios y demócratas de toda la región e impulsa las actividades preparatorias para un evento internacional. En febrero de 1927, asiste al Congreso Mundial contra la opresión colonial y el imperialismo, celebrado en Bruselas, donde contacta con los revolucionarios y luchadores anticolonialistas de 37 países y 137 organizaciones progresistas del mundo.
En 1928 conoció en México a la fotógrafa y luchadora revolucionaria italiana, Tina Modotti, con quien mantuvo una intensa relación amorosa que solo duró cuatro meses al ser él asesinado. Al fallecer en sus brazos, la frase de Mella “Muero por la Revolución”, es su legado, y Tina lo recalcó al declarar: “En la persona de Mella asesinaron no solo al enemigo del dictador cubano, sino al enemigo de todas las dictaduras… Esta noche, un mes después del cobarde asesinato, honramos la memoria de Mella prometiendo seguir su camino hasta lograr la victoria de todos los explotados de la tierra. De esta manera lo recordamos como él lo hubiera preferido: no llorando, sino luchando”.
Hoy sus cenizas reposan frente a La Universidad de La Habana por la que tanto luchó.
Tomado de Sierra Maestra
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