Por José Luis López Sado
Este 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer. Y hoy quisiera dedicarles un aparte a la rica y triunfal historia de las féminas en el movimiento deportivo cubano, en el que han desempeñado un rol primordial no solo en la balanza del exigente rasero competitivo, sino también en el desempeño y la interpretación de las tareas a ellas encomendadas por la dirección del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER).
En este momento de celebraciones me permito recordar el histórico trío de títulos olímpicos de voleibol conseguidos por las Espectaculares Morenas del Caribe, bajo la égida del profesor Eugenio George. Y entre ellas, destaque para la indomable atacadora camagüeyana Mireya Luis.
Qué decir del aplomo de la jabalinista guantanamera María Caridad Colón, quien con un potente disparo de 68,40 metros en su intento inicial, se agenció en los Juegos de Moscú 80 el primer título olímpico de una mujer del área latinoamericana. Pequeña y sin un somatotipo que “metiera miedo”, puso fuerza y corazón en ese envío, que la premió con la gloria olímpica.
También viene a mi memoria el historial de la corredora Ana Fidelia Quirot, ejemplo de tesón, entrega y talento competitivo en la prueba de 800 metros. La santiaguera sufrió un accidente doméstico que la alejó casi por completo del deporte y todos los medios de difusión masiva del mundo, por el respeto y la admiración que sentían por ella, se hicieron eco de esta contingencia. Los médicos, muchos de ellos mujeres especialistas en medicina deportiva, trabajaron con ahínco hasta lograr su recuperación.
Y cuando nadie imaginó un retorno suyo a la pista, esta valiente mujer calzó nuevamente sus zapatillas y volvió a triunfar en los escenarios más rigurosos. Sin lugar a dudas, una muestra elocuente de abnegación.

De sensacional podríamos calificar también la atracción que existe mundialmente por las judocas cubanas, quienes, guiadas por su avezado entrenador, el profesor Ronaldo Veitía, han levantado el graderío de cuanta instalación les ha sido propicia para exhibir sus letales ippones. Entre ellas aparecen los casos de las campeonas olímpicas Odalis Revé, en los 66 kilogramos (kg), Driulis González (57 kg), Legna Verdecia (52 kg), Sibelis Veranes (70 kg) e Idalys Ortiz (+78 kg).
Mientras, la martillista camagüeyana Yipsi Moreno subió a lo más alto del podio olímpico, con ese peculiar “grito” que le daba al implemento después de lanzarlo con esa potencia que tan genuinamente ella sabía imprimirle.
Apartándonos un poco de la esfera propiamente competitiva, vale citar lo trascendental que ha sido su trabajo en los Círculos de Abuelos. Ellas hacen realidad diariamente nuestro lema de “Deporte es Salud”.
Por demás, también han brindado su colaboración deportiva a países del área centroamericana, caribeña y sudamericana, los cuales han mejorado ostensiblemente su nivel cualitativo. Y muchas de las medallas, que han alcanzado los deportistas de esas naciones en disímiles eventos internacionales, llevan la impronta del magisterio tributado por ellas.
En torno a las cubanas, y en especial a las que transitan por la esfera del deporte, podríamos editar una obra de varios tomos. Tema tan extenso es el resultado de una progresión de hechos y acciones trascendentales, no solo por saber aprovechar sus potencialidades, sino también, por ese carácter indomable para enfrentar cualquier tarea que se les encomiende. Tales son los casos de nuestras directoras provinciales, científicas, académicas y entrenadoras.
Tomado de ACN
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