La libertad de expresión en Miami tiene un principio básico inviolable: la obligación de condenar como dictatorial al gobierno de Cuba. Sencilla regla, o hablas mal de Cuba o no tendrás ninguna posibilidad de éxito en una sociedad que está presa de las políticas de odio hacia Cuba.
La contrarrevolución radicada en Miami es una industria, una maquinaria dedicada a desaraizar a todo cubano que toque tierra norteña. Quienes dominan la industria musical y las principales empresas que dan trabajo a los recién llegados utilizan conceptos de idoneidad demostrada: si no hablas mal de Cuba no tendrás empleo y serás, incluso, amenazado de muerte.
Sería muy iluso que un artista cubano pretenda presentarse en Miami (no ya otro tipo de contratos) y no pronunciarse contra Cuba. Es requisito obligatorio, pues de “masacrar” artistas viven muchos.
Sobre la extorsión de que son objetos los músicos cubanos y el fin político que se persigue nos habla Daniel Devita.
Un video valiente y muy ilustrativo.
Tomado de ZonaFranK
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