
Por Félix A. López
Este escrito está inspirado en el dibujo olímpico de Ares…
El orgullo que sientes por tu país y sus símbolos va en el ADN de tu ciudadanía. Es más auténtico que el pasaporte y pesa más que todo lo nuevo que sumas por el mundo. Sin chovinismo, el lugar 14 con que Cuba se despide de las Olimpíadas de Tokio 2021 tiene todo el sabor de la grandeza de una nación, pequeña y pobre de recursos, pero que se codea con la élite del deporte universal. El lugar 14 entre 204 delegaciones (86 de ellas con medallas) no es poca cosa. Tampoco lo es todo para un pueblo que necesita respirar, vivir tranquilo, sobrevivir a una pandemia y poder sentarse a disfrutar las próximas alegrías de sus atletas, sus artistas, sus científicos y todo aquel que sea capaz de marcar un punto olímpico por la economía. Hay que ir también por esas medallas. Con pobreza material, atletas faltos de fogueo internacional y migración de talentos a otras naciones logramos plantarnos en el lugar 14 del medallero. Imaginemos a cuál podio podremos volver. Quizás nunca más al quinto puesto obtenido en Barcelona 92 (14 oro, 6 plata y 11 bronce), pero la actuación de Tokio, en las actuales circunstancias que atraviesa Cuba, dice mucho del potencial de sus atletas. ¡Gracias campeones por las alegrías! Sus medallas llevan implícito un mensaje para no embriagarnos de gloria: a todo lo demás hay que ponerle el mismo corazón.
Tomado de Cubahora
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