Por Aram Aharonian
Brasil se ha constituido en un laboratorio mundial para un nuevo tipo de extrema derecha. No se trata sólo de una nueva hegemonía de poder sino de un proyecto de cambio de la sociedad, de una revolución cultural conservadora, donde Jair Bolsonaro representa un proyecto transitorio, con claras tendencias fascistas.

El papel de Bolsonaro en este juego de poder pareciera ser el de distractor del modelo final que se quiere imponer desde el juicio político a la expresidenta Dilma Rousseff en 2016. Brasil es hoy el único país del mundo que, en medio de la pandemia, vive una gran crisis política que puede llegar a ser una crisis del régimen político.
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