Por Orlando Oramas León
La violencia política y social en Colombia parece dar la razón a quienes aseguran que la nación sudamericana vive una “paz sangrienta”, pese a la firma de los acuerdos que pusieron fin al conflicto armado y legalizaron la incorporación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-ERP) a la vida política.