
Por José Llamos Camejo
Por más que sus autores y el tinglado de secuaces y servidores lo nieguen, los hechos evidenciaron que los disturbios del 11 de julio pasado en Cuba fueron engendrados a distancia. Se fraguó con asedio y provocadas carencias, a la par de una operación mediática –aún activa– que al agredido intenta endosarle manos de Satanás, y pintarle alma de redentor al que agrede.
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