Por Miguel Cruz Suárez
Rufino el gato (ojos verdes) y Evelio jirafita (sobra la explicación del mote) fueron mis grandes amigos de la primera infancia; del inicio en la vida escolar, los dos eran mulatos, a tono con la mayoritaria población de mi barriada natal. No nos separaba el color de la piel y nos unía una humildad profunda que venía de nuestras raíces campesinas y obreras.
Teníamos muchas carencias materiales, pero ninguna de ellas ponía en riesgo nuestra salud, nuestra educación ni nuestros sueños. No siempre fue así, nuestros padres arrastraban el pesado recuerdo del capitalismo más crudo, casi mortal, que se apoderó por muchos años de esos mismos trillos por donde luego correrían sus hijos (nosotros) vestidos de uniforme. (más…)