
Por Lídice Valenzuela
Haití, una pequeña nación caribeña que solo ocupa espacios mediáticos cuando ocurren actos terribles en su cotidiana existencia de horrores, aparece sin cambios significativos luego del asesinato aún impune de su presidente Jovenel Moïse en julio, y el terremoto de 7,2 en agosto que dejó 2200 fallecidos, 16 000 heridos y millares de personas sin un sitio donde cobijarse.
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