
Por Eric Nepomuceno
Se espera de un mandatario que, al hablar en la sesión de apertura anual de la Asamblea General de la ONU, se dirija a todos los países, tratando de temas de interés global. El ultraderechista mandatario brasileño Jair Bolsonaro optó por la vía inversa. Ni siquiera le habló a su propio país o a su potencial electorado: prefirió dirigirse específicamente al grupo de sus seguidores más radicales, que representan alrededor de 15 por ciento de los 213 millones de brasileños.
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