El país alcanzó al cierre de 2018, por segundo año consecutivo, y con cuatro defunciones menos que el año anterior, la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia, con 4,0 por cada mil nacidos vivos
Por Lisandra Fariñas Acosta

Motivos para festejar este enero no faltan, pero podemos además estar orgullosos de vivir en un país donde cada día se trabaja por preservar lo más sagrado: la infancia. Foto: Ariel Cecilio Lemus
La noticia la esperamos cada enero desde hace ya algunas décadas. Y cada inicio de año vuelve a ponernos delante de números cuya primera y necesaria lectura es la certeza de que miles de mujeres llevaron a feliz término su embarazo, miles de bebés hoy crecen y miles de familias cubanas disfrutan de un hijo o hija deseados.
Si decimos que por onceno año consecutivo Cuba mantiene su tasa de mortalidad infantil por debajo de cinco por cada mil nacidos vivos, ya es razón suficiente para el regocijo.
Pero constatar que el país alcanzó al cierre de 2018, por segundo año consecutivo, la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia, con 4,0 por cada mil nacidos vivos, es más que extraordinario, reconfortante.
Respecto al año anterior –cuando se obtuvo una cifra de 4,044 defunciones por cada mil nacidos vivos– este 2018 se disminuyó en 0,081 la tasa, lo cual representa cuatro defunciones menos, al suceder 3,963 defunciones por cada mil nacidos vivos. (más…)
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