Fidel se dirigió hacia el Parque Céspedes, el principal de la ciudad, para, desde el balcón de su Ayuntamiento, hablar a la masa compacta y eufórica allí reunida, y proclamar el triunfo de la Revolución el 1ro. de enero de 1959. A su lado el Comandante Raúl Castro Ruz. Foto: Archivo de Granma
Por Frank Josué Solar Cabrales
Cuando el 1ro. de enero de 1959 Fidel Castro Ruz, al frente de sus tropas, avanzaba sobre Santiago de Cuba, y su guarnición de unos 5 000 soldados, para dar inicio a la que quizá habría sido la batalla más cruenta y dura de la insurrección antibatistiana, le resultaba curioso y extraño escuchar por radio que en la ciudad el pueblo se encontraba en la calle con banderas del Movimiento 26 de Julio, dando vivas al líder rebelde y celebrando ya el triunfo revolucionario. ¿Cuáles fueron las circunstancias que conformaron una situación tan paradójica? ¿Cómo se consumó finalmente la victoria en la urbe oriental?
«Hablar de Raúl es hablar de un hermano… Raúl fue para mí un verdadero maestro, al margen de la amistad y de la confianza mutua que mantenemos». Foto: Juvenal Balán
ENTREVISTA A JOSÉ RAMÓN MACHADO VENTURA (PARTE II)
México, 9 oct (Prensa Latina) Café La Habana, ubicado en la esquina de las calles de Morelos y Bucareli en Ciudad de México, trascendió como el espacio de confluencia del médico argentino Ernesto Guevara y el líder cubano Fidel Castro.
De acuerdo con no pocos testimonios de la época, en la barra del icónico espacio, situado en la colonia Juárez, los revolucionarios planearon disimiles estrategias para el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, entre ellas, la expedición de una embarcación, conocida más tarde como Granma.
El decorado de ese establecimiento, testigo de la política, intelectualidad y vida social de la nación azteca, recuerda sus momentos fundacionales en la década de 1950 y sitios de la capital cubana como el Faro del Morro, una vista panorámica de la barriada del Vedado, el Palacio Presidencial y el Capitolio.
‘Según testimonios de la época su primer dueño era un español que trabajaba en un restaurante en Cuba. Inspirado en la arquitectura, idiosincrasia y costumbres de la isla transformó este lugar, dedicado a la venta de materiales de construcción, y fundó el café en 1952’, aseguró a Prensa Latina su gerente Luis Enrique Camacho.
De acuerdo con los camareros, uno de sus platos más emblemáticos: la torta cubana, resultó de la invención y mezcla de ingredientes del propio Fidel y, básicamente, es la incorporación a dos piezas de pan de alimentos como pavo, jamón, salchicha, lomo, milanesa, varios tipos de queso y algunos condimentos más.
Las leyendas vinculadas a ese escenario mexicano reflejan cómo el futuro dirigente de la mayor de las Antillas, el Che y otros revolucionarios bebían café, discutían y planeaban el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, con métodos ideados por los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
‘De acuerdo con referencias de aquellos años, muy cerca estaba el almacén que les facilitó el armamento para irse a Cuba. La mayoría de nuestros visitantes vienen atraídos por las huellas de la presencia aquí de Fidel y el Che, sumado a la gastronomía y la música del país antillano’, afirmó Camacho.
Café La Habana fue también sitio de confluencia de personalidades como el escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez: ‘dicen que terminó de escribir aquí Cien Años de Soledad y gritó de emoción y el mexicano Octavio Paz concluyó su texto Libertad bajo palabra’, indicó el gerente.
¿Cuándo llegan Fidel y el Che a México?
El joven Ernesto Guevara llegó a México proveniente de Guatemala en 1954 y allí trabajó como fotógrafo en las zonas turísticas del centro capitalino, corresponsal de la Agencia Latina, ayudante en el Hospital General y profesor adjunto en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma.
Tras permanecer preso casi dos años en la prisión de Isla de Pinos y con 29 años de edad, Fidel Castro arribó a Mérida el 7 julio de 1955 en el avión DC-6, luego pasó por Campeche, Veracruz y viajó en autobús a la capital azteca donde lo esperaban varios de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
En el libro Cien horas con Fidel, de la autoría del intelectual y periodista español Ignacio Ramonet y publicado en 2006, el líder recordó que uno de los primeros en salir para la nación norteña es su hermano Raúl Castro y cómo encontraron al médico argentino.
‘Va para México y allí conoce al Che por intermedio de nuestros compañeros que ya estaban allí. Bueno, aún no era el Che, era Ernesto Guevara, pero como los argentinos le dicen a los demás áChe!, los cubanos empezaron entonces a llamarlo a él Che (…) Él tiene la simpatía de la gente (…)’.
En las conversaciones con Ramonet, resaltó también la sencillez, compañerismo, originalidad y virtudes del guerrillero suramericano a quien vio por primera vez en casa de María Antonia González, anfitriona de la emigración revolucionaria y residente en José de Emparán 49, en la colonia Tabacalera.
Ya por aquellos días, ella ostentaba la condición de emigrante familiar tras formalizar su relación con el luchador Dick Medrano y, aunque inicialmente, seguía a su esposo a las giras por países del norte y centro de América, la llegada de su hermano Isidoro procedente de Cuba determinó su permanencia en esa dirección.
¿Qué hicieron los revolucionarios en el país azteca?
Varios integrantes del Movimiento 26 de julio, constituido también en 1955, fueron detenidos, entregados a la Dirección Federal de Seguridad y secuestrados durante seis días, si bien finalmente salieron en libertad gracias a la intervención del expresidente mexicano Lázaro Cárdenas.
Las montañas de Ayotzingo, en el municipio de Chalco devinieron en el centro de entrenamiento para los revolucionarios, pues desde el punto de vista geográfico era similar a la Sierra Maestra —cadena montañosa en la región suroriental de Cuba—, uno de los lugares seleccionados para la guerra contra la dictadura de Batista.
En el libro de Ramonet, Fidel menciona cómo el Che también estudia y practica pese a que su incorporación fue como médico de la tropa y padecía de asma: ‘ (…) él todos los fines de semana trataba de subir el Popocatépetl (…) Preparaba su equipo, iniciaba el ascenso, hacía un enorme esfuerzo y no llegaba a la cima’.
No logró subir nunca a la cúspide, pero lo intentaba una y otra vez, de ahí que para sus compañeros fue muestra del carácter, la fortaleza espiritual, la constancia y voluntad del también nombrado como Guerrillero Heroico, explicó a Prensa Latina, la doctora en ciencias María del Carmen Ariet.
Por Danay Galletti Hernandez
Café La Habana, ubicado en la esquina de las calles de Morelos y Bucareli en Ciudad de México, trascendió como el espacio de confluencia del médico argentino Ernesto Guevara y el líder cubano Fidel Castro.
De acuerdo con no pocos testimonios de la época, en la barra del icónico espacio, situado en la colonia Juárez, los revolucionarios planearon disimiles estrategias para el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, entre ellas, la expedición de una embarcación, conocida más tarde como Granma.
El decorado de ese establecimiento, testigo de la política, intelectualidad y vida social de la nación azteca, recuerda sus momentos fundacionales en la década de 1950 y sitios de la capital cubana como el Faro del Morro, una vista panorámica de la barriada del Vedado, el Palacio Presidencial y el Capitolio.
‘Según testimonios de la época su primer dueño era un español que trabajaba en un restaurante en Cuba. Inspirado en la arquitectura, idiosincrasia y costumbres de la isla transformó este lugar, dedicado a la venta de materiales de construcción, y fundó el café en 1952’, aseguró a Prensa Latina su gerente Luis Enrique Camacho.
De acuerdo con los camareros, uno de sus platos más emblemáticos: la torta cubana, resultó de la invención y mezcla de ingredientes del propio Fidel y, básicamente, es la incorporación a dos piezas de pan de alimentos como pavo, jamón, salchicha, lomo, milanesa, varios tipos de queso y algunos condimentos más.
Las leyendas vinculadas a ese escenario mexicano reflejan cómo el futuro dirigente de la mayor de las Antillas, el Che y otros revolucionarios bebían café, discutían y planeaban el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, con métodos ideados por los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
‘De acuerdo con referencias de aquellos años, muy cerca estaba el almacén que les facilitó el armamento para irse a Cuba. La mayoría de nuestros visitantes vienen atraídos por las huellas de la presencia aquí de Fidel y el Che, sumado a la gastronomía y la música del país antillano’, afirmó Camacho.
Café La Habana fue también sitio de confluencia de personalidades como el escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez: ‘dicen que terminó de escribir aquí Cien Años de Soledad y gritó de emoción y el mexicano Octavio Paz concluyó su texto Libertad bajo palabra’, indicó el gerente.
¿Cuándo llegan Fidel y el Che a México?
El joven Ernesto Guevara llegó a México proveniente de Guatemala en 1954 y allí trabajó como fotógrafo en las zonas turísticas del centro capitalino, corresponsal de la Agencia Latina, ayudante en el Hospital General y profesor adjunto en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma.
Tras permanecer preso casi dos años en la prisión de Isla de Pinos y con 29 años de edad, Fidel Castro arribó a Mérida el 7 julio de 1955 en el avión DC-6, luego pasó por Campeche, Veracruz y viajó en autobús a la capital azteca donde lo esperaban varios de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
En el libro Cien horas con Fidel, de la autoría del intelectual y periodista español Ignacio Ramonet y publicado en 2006, el líder recordó que uno de los primeros en salir para la nación norteña es su hermano Raúl Castro y cómo encontraron al médico argentino.
‘Va para México y allí conoce al Che por intermedio de nuestros compañeros que ya estaban allí. Bueno, aún no era el Che, era Ernesto Guevara, pero como los argentinos le dicen a los demás áChe!, los cubanos empezaron entonces a llamarlo a él Che (…) Él tiene la simpatía de la gente (…)’.
En las conversaciones con Ramonet, resaltó también la sencillez, compañerismo, originalidad y virtudes del guerrillero suramericano a quien vio por primera vez en casa de María Antonia González, anfitriona de la emigración revolucionaria y residente en José de Emparán 49, en la colonia Tabacalera.
Ya por aquellos días, ella ostentaba la condición de emigrante familiar tras formalizar su relación con el luchador Dick Medrano y, aunque inicialmente, seguía a su esposo a las giras por países del norte y centro de América, la llegada de su hermano Isidoro procedente de Cuba determinó su permanencia en esa dirección.
¿Qué hicieron los revolucionarios en el país azteca?
Varios integrantes del Movimiento 26 de julio, constituido también en 1955, fueron detenidos, entregados a la Dirección Federal de Seguridad y secuestrados durante seis días, si bien finalmente salieron en libertad gracias a la intervención del expresidente mexicano Lázaro Cárdenas.
Las montañas de Ayotzingo, en el municipio de Chalco devinieron en el centro de entrenamiento para los revolucionarios, pues desde el punto de vista geográfico era similar a la Sierra Maestra —cadena montañosa en la región suroriental de Cuba—, uno de los lugares seleccionados para la guerra contra la dictadura de Batista.
En el libro de Ramonet, Fidel menciona cómo el Che también estudia y practica pese a que su incorporación fue como médico de la tropa y padecía de asma: ‘ (…) él todos los fines de semana trataba de subir el Popocatépetl (…) Preparaba su equipo, iniciaba el ascenso, hacía un enorme esfuerzo y no llegaba a la cima’.
No logró subir nunca a la cúspide, pero lo intentaba una y otra vez, de ahí que para sus compañeros fue muestra del carácter, la fortaleza espiritual, la constancia y voluntad del también nombrado como Guerrillero Heroico, explicó a Prensa Latina, la doctora en ciencias María del Carmen Ariet.
‘En no pocas ocasiones, el dirigente de la isla habló de su lealtad, del ser humano extraordinario, el hombre de elevada cultura, gran inteligencia y cualidades militares’, argumentó la coordinadora académica del Centro Ernesto Che Guevara en La Habana.
La historia también recoge como el mexicano Antonio del Conde le vendió a Fidel el yate Granma, embarcación que trasladaría a los 82 hombres hacia Cuba desde su partida por Veracruz el 25 de noviembre de 1956 hasta su arribo el 2 de diciembre por la costa suroriental de Las Coloradas, en Granma.
Wilfredo Núñez Pérez siempre fue conocido como un muchacho ágil y dispuesto a cualquier faena.
“Desde muy joven tuve medio de transporte propio y era amigo de Crescencio Pérez. En una ocasión, en su casa, en Ojo de Agua, Pilón, conocí a Celia, amable y conversadora, quien se interesó al instante por mi camión, por sus condiciones.
Por Eduardo Palomares Calderón, Mailenys Oliva Ferrale, Germán Veloz Placencia
Fidel sigue comandando sus huestes rebeldes en una Caravana de La Libertad que ha recorrido Cuba cada enero, mes que deja claro que la rememoración de ese suceso trascendental de la historia patria ofrece bríos para nuevas victorias en los muchos combates que aún libraremos los cubanos.
El 25 de noviembre de 1956 partió la expedición del yate Granma desde Tuxpan, México, hacia Cuba. Exactamente sesenta años después, en el año 2016, acontecía la dolorosa desaparición física del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
Fueron los extraordinarios méritos históricos adquiridos por su decisiva contribución a la total y definitiva independencia de la nación cubana, sus tradiciones patrióticas, revolucionarias y de profunda raíz popular, los que convirtieron a Santiago de Cuba en Ciudad Héroe de la República de Cuba.
Un día, entre el segundo domingo de mayo y el tercer domingo de junio de 1953, Abelito regresó al batey del central Constancia para regalarle a sus padres el orgullo de un muchacho serio y responsable ante la vida, empinado a tal punto, que rodeado de amigos partiría luego de la breve estancia en su natal Encrucijada a Santiago de Cuba para montar una granja dedicada a la cría de pollos.
La revista Orígenes se publicó en La Habana entre 1944 y 1956 y nucleó a un grupo de grandes poetas, pintores y músicos. Su líder fue José Lezama Lima, creador de un sistema poético sorprendente y de una obra de alcance universal. El poeta, narrador y ensayista Cintio Vitier, un miembro clave del grupo, le dio coherencia teórica con textos imprescindibles. El respaldo de José Rodríguez Feo, un crítico sagaz y culto, de familia adinerada, codirector con Lezama de la revista, permitió financiarla y lograr colaboraciones de reconocidos intelectuales extranjeros.
Andrés García fue torturado y luego asesinado, pero no murió; testificó en el juicio del Moncada los desmanes y abusos de la soldadesca de la tiranía batistiana. El que dieron por muerto subió a la Sierra Maestra y bajó de ella, comandado por el mismo Jefe del 26 de julio de 1953, con una Revolución victoriosa
Por Marta Rojas
Andrés García sobrevivió a la barbarie del ejército de Batista y a su odio contra los jóvenes revolucionarios. Foto: Tony Azcuy