Evo Morales durante la entrevista con La Jornada.Foto Marco Peláez
Por Luis Hernández Navarro
A dos años del golpe de Estado y de su asilo en México, el ex presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, está de vuelta en nuestro país para asistir a un seminario internacional de las izquierdas organizado por el Partido del Trabajo. En la entrevista exclusiva con este diario, Morales narró los dramáticos momentos que vivió al lado del vicepresidente Álvaro García Linera, para volar rumbo a México a bordo de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, enviado para su rescate.
Luego de conocerse el dictamen de prisión preventiva por seis meses contra la ex presidenta de facto de Bolivia, Jeanine Añez, este fin de semana, no han faltado quienes en nombre de la “democracia”, la “libertad” y los “derechos humanos” han criticado la orden judicial, acusando al gobierno de Luis Arce de desatar una persecución política contra miembros del gabinete anterior y de no sé cuántas barbaridades más.
«El pueblo pide justicia y el Parlamento espera que su recomendación de juicio de responsabilidades sea atendida», advirtió La Cámara de Diputados.
La comisión de Justicia Plural del Parlamento boliviano convocó con carácter de urgencia al fiscal general, Juan Lanchipa, para que explique su inacción ante el pedido de enjuiciamiento contra la expresidenta de facto, Jeanine Áñez, acusada de delitos de lesa humanidad por haber ordenado reprimir las manifestantes en contra del golpe de Estado que derrocó a Evo Morales en 2019.
La anunciada participación de Evo Morales, en su calidad de jefe político, y del binomio presidencial —Luis Arce y David Choquehuanca— en lo que resta de la campaña para las elecciones del 7 de marzo, no es algo que debería sorprender. La crítica que hacen algunos medios de comunicación y sus analistas —todos liberales, aunque más conservadores que liberales—, es un absurdo o una completa ignorancia de las formas en que se hace política en nuestro país y en la mayor parte de América Latina.
El presidente Luis Arce, dijo hoy a una nueva graduación de sargentos de las Fuerzas Armadas, que los militares deben subordinarse a los bolivianos y señaló que nunca más deben repetirse matanzas como las de 2019.
Cada vez resta menos para que termine el año 2020; un año que ha tenido de todo: desde la pandemia Covid-19 hasta la muerte de Maradona. En este tiempo, Chile aprobó un plebiscito para enterrar definitivamente la constitución pinochetista; Trump perdió las elecciones desconociendo los resultados; Guaidó se quedó en eso, en seguir siendo Guaidó, sin más pena ni gloria que una autoproclamación sin efectos; en Perú modificaron el Congreso y luego el presidente, hasta dos veces, sin necesidad de acudir a las urnas; en Ecuador cambiaron varias veces de vicepresidente; se consolidó el eje progresista Argentina-México con dos presidentes muy protagónicos en lo geopolítico, Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador, cada cual a su manera.
De a poco las conversaciones cotidianas dejan de ser sobre los meses del golpe y se abren a lo que vendrá. El país está en calma, no quedan militares en las calles, La Paz es cotidianeidad, con la presencia de las cumbres nevadas del Illimani -significa resplandeciente en aymara-, el teleférico que atraviesa la ciudad, llega hasta El Alto, desde donde se abren los caminos del altiplano.
Arturo Murillo, exministro de facto de Gobierno de Bolivia, escapó a Panamá. La información fue dada por el nuevo jefe de Policía, Jhonny Aguilera, nombrado el día lunes por el gobierno de Luis Arce. Junto a Murillo escapó Fernando López, quien estuvo al frente del ministerio de Defensa, y se encuentra ahora en Brasil.