
Por Yeilén Delgado Calvo
La poesía es, por naturaleza, esquiva a las reducciones. En los libros perdura, extensa y poderosa; pero fuera de ellos vive en infinitos sucesos de la cotidianidad, grandes y pequeños, extraordinarios para el espíritu sensible que sepa valorarlos.
En los días insólitos que vive el mundo, nada remite más a la hondura de la poesía que el esfuerzo de los médicos durante la pandemia. A riesgo de su propia vida, salvan. Así lo reconocen todas las personas de bien y, por ello, el Movimiento Poético Mundial propuso se le conceda el Premio Nobel de la Paz al Contingente Henry Reeve.
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