La guardia era una de aquellas en la que el cuerpo y el espíritu se separan.
Por Mario Héctor Almeida Alfonso, Lázara Bacallao González
Miro a esta muchacha mozambiqueña que ahora ocupa una de las camas bajo mi tutela. Llegó con otro diagnóstico, propio de residentes a los que aún les resta por descubrir la neurología más profunda, esa que muchas veces también resulta más frustrante.
Yuniel Serrano, enfermero que falleció hace unos días en Matanzas y que cumplió misión en Perú. (Cortesía del autor)
Por Mario Héctor Almeida Alfonso
Aquellos plátanos en tentación, la champola de guanábana, la enchilada de cangrejos, el dulce de papaya, la mano para criar los cerdos, la sabiduría de lo vivido, la madre-abuela-hermana, la jocosidad y magia de la tía Clari…Todo, todo eso, nos lo quitó la Covid. El tío Israel, por su parte, tampoco lo ha logrado.
Un país se estremece, pero renace a merced de la solidaridad (Mario Ernesto Almeida Bacallao / Cubahora)
Por Lázara Bacallao González
Han sido días de tensión. Aquí, en Maputo, se anunciaba con la llegada de pacientes de COVID-19 el inicio de una tercera ola. Nuestro hospital se acondiciona para recibir mayor número de personas, al tiempo que regresamos a normas más estrictas de seguridad sanitaria contra el caprichoso virus.
«Mis residentes, sin dudas, han sido la clave para comprender la neuroinfectología de acá». (Tomado de Ed Ram)
Por Lázara Bacallao Gonález
Hoy, todo riesgo parece desaparecer casi por completo ante una jornada de sublimidades. Es fecha de amena alegría, reuniones de delegación, lecturas de poemas, risas, padres henchidos por cuanto saben que su día corre. Se imponen las felicidades y la felicidad.
Al llegar al malecón, mi esposa se sentó con los pies colgando al vacío del acantilado. Buscaba mejor brisa, degustar mejor paisaje.
Por Mario Héctor Almeida Alfonso
Los domingos son días tranquilos en este Maputo de la Covid-19. De a poco se van levantando las restricciones y comienza el movimiento; aun así, los domingos continúan calmos. Es un día propicio para caminar e ir conociendo esta ciudad del cono sur africano.
Conexión, pintura sobre óleo. (Tomado de Pinterest).
Por Lázara Bacallao González
Habíamos acordado mi esposo y yo sobrepasar nuestro “Síndrome de los 200”; dícese de aquellos recién llegados que aún no logran comprar algo por encima de este precio sin sentir un escalofrío de la mano al bolsillo, del pecho a la cartera…
Mafalda fue a dar a nuestra oficina: una muñeca de trapo rubia y sonrojada. (Lázara Bacallao González / Cubahora)
Por Lázara Bacallao González
Me han encomendado a una residente de medicina, aspirante a la residencia de neurología. Desde mi llegada ha sido mi traductora de las lenguas originarias y del portugués mozambiqueño. Intercambiamos experiencias; por mi parte: la semiología de la escuela neurológica cubana, aprendida en nuestro querido Instituto, donde el profesor Mustelier y la doctora Surina, entre otros tantos, bien supieron transmitir esencias y vericuetos con su práctica diaria.
Vuelven a ver las fotos de mis estudiantes cubanas y dicen una vez más que son lindas. Las miro y también lo creo. (Cortesía de los autores)
Por Mario Héctor Alfonso, Lázara Bacallao González
Es primero de mayo, trabajo. Para un médico, no resulta infrecuente. Después de 25 años con la toga blanca… ¿cuántos de estos días “festivos” o conmemorativos no lo habré hecho? Cualquiera de mis colegas de profesión daría fe de ello, haciendo quizás hasta alguna anécdota curiosa sobre su experiencia.
Los más conservadores comentaron que el hombre siempre estaba trabajando y por eso tenía que despejar (Foto tomada de Pikist)
Por Mario Héctor Almeida Alfonso
En nuestra televisión nacional, “Al fin viernes” resulta una frase esperada cada semana desde la voz de Froilán Arencibia. Es el cierre de cinco días de bregar intenso y el comienzo de un bien merecido descanso. Aquí, en Maputo, resulta familiar otra expresión, “sexta feira dia do homem” (viernes, día del hombre).
Ya la conocía. En Angola, la había escuchado muchas veces. Pero hoy la jovialidad del buen Alfredo, nuestro chofer, lo llevó a poner música en el auto que conducía rumbo al hospital, mientras comentaba que ya era sexta feira (viernes). Una canción alegórica se dejaba escuchar en la radio.
Le pregunté entonces el significado, intentando percibir la existencia de algún cambio entre naciones e incluso a través del tiempo. Al llegar a la sala, continué indagando sobre el tema y las respuestas llegaban con unos cuantos puntos en común.
“Los hombres trabajan toda la semana y el viernes resulta el día en que, después del trabajo, se reúnen con amigos y salen a fiestas”, escuché varias veces. Los más conservadores comentaron que el hombre siempre estaba trabajando y por eso tenía que despejar.
Otros, con un pensamiento “algo” más “contemporáneo”, describían la sacrosanta jornada como de juerga, dándole un matiz familiar, en el que la mujer podía acompañar a su esposo al cine u otro lugar de esparcimiento, pero nunca al bar.
En cada respuesta recibida dibujé una sonrisa maldita, escondida bajo la mascarilla facial, recreando en mi mente la réplica oportuna que nuestras emancipadas mujeres espetarían si por un lunático momento pretendiéramos extrapolar el llamado día del hombre a Cuba. Somos, sin dudas, sociedades distintas.
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Hace unos días, un colega en la Unidad de Cuidados Intensivos me preguntaba qué era lo que, clínicamente, no esperaba encontrar en Mozambique. Mi respuesta fue vaga; quien ya ha estado en este continente conoce que en un hospital puede verse cualquier cosa.
Aprendes que las complicaciones agudas de cualquier enfermedad crónica, por muy graves que parezcan, jamás serán del todo incompatibles con la vida. Que un diabético en cetoacidosis se puede salvar, aun con valores increíblemente alarmantes en sus complementarios.
La hipertensión arterial severa: maligna. La enfermedad cerebrovascular: causa o consecuencia. Afecciones cardiacas agudas y crónicas…
Maternas graves por eclampsias, abortos sépticos u otras complicaciones periparto, así como pacientes politraumatizados, no asombran por lo frecuente y severo de sus cuadros clínicos. Tampoco es noticia la incidencia de VIH, hepatitis B, tuberculosis u otras infecciones oportunistas asociadas.
Al tétano que tanto traté en Angola y a la mortal rabia aún no les observo en Mozambique. La malaria y sus complicaciones, la Covid-19 leve, moderada y grave me son comunes. En esta última Perú fue escuela.
Todo parece ser lo mismo pero también es diferente.
De cualquier forma, cualquier sorpresa será un aprendizaje y poco o nada habrá de espantarnos, no a nosotros, que crecimos escuchando y leyendo de Martí, ese mismo que cierta vez dejó claro que “Ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad”.
El puente colgante más largo de África sobre Maputo. (dugongoviagens.com).
Por Mario Héctor Almeida Alfonso
Le conocí primero desde la distancia, a través de las noticias, hasta que llegué a Luanda en el mes de mayo de 2013. Allí comencé a trabajar como intensivista en la terapia del Josina Machel y durante más de dos años viví, en estas tierras, magnifica experiencia. Hace ya varios días que he vuelto al África.