
Por Lázara Bacallao González
Cuando el incondicional amigo Vázquez nos conducía eufórico hacia el centro de nuestra ciudad, Matanzas, y yo le exigía sus lágrimas de despedida, de alguna forma ya imaginaba el túnel entre aquella tierra y esta otra que, desde que la avizoramos, se empeña en ser madre. Su gente natal y sus otros hijos, acogidos con igual cariño, sus comidas, sus mercados… hacen una mezcla perfecta y a ratos descubro ancestros árabes, hindúes, africanos, haciéndonos guiños desde un mostrador, un taxi o sentados en la acera.
(más…)