
Imagen: Revista Debate
Vivió más de 32 años con una identidad falsa, apropiado como botín de guerra por un represor de Campo de Mayo. A principios de 2010, gracias a Abuelas de Plaza de Mayo, recuperó su historia y conoció a su padre, Abel Madariaga, miembro de la comisión directiva del organismo. Comenzó entonces una nueva vida, rodeado de afectos, pero la violencia física y psicológica acumulada se tradujo en una diabetes insulinodependiente con la que peleaba a diario. El viernes, con 43 años, murió por problemas de salud producto de una diabetes que arrastraba desde hace tiempo, Francisco Madariaga Quintela, hijo de Abel y de Silvia Quintela, que ejerció como médica en cautiverio hasta que el Ejército la borró de la tierra. “Era demasiado dolor para un solo cuerpo”, resumió Alan Iud, ex abogado de Abuelas. Con mensajes de afecto lo despidieron también el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández.
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