
Por William Serafino
Un profesor de historia de la maestría, del que he aprendido mucho en los últimos años, decía que, contra la convención y lo que suele pensarse sobre el estudio del pasado, la obsesión de la historia como disciplina era el presente. También me dijo en par de oportunidades, a modo de complemento de lo anterior, que cada vez quedaba menos interés en explorar los periodos y la carga vital del siglo XIX venezolano. Es ese tipo de ideas que se anidan en el cerebro, a veces sin hacerlo consciente en el primer instante, y que luego terminan reapareciendo de diversas formas hasta llegar al punto de condicionar la manera en la que se piensa la realidad.
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