Por: J. M. del Río
El jueves pasado, en compañía de mi esposa, nos presentamos en el consultorio del barrio para efectuar una visita de rutina a la Doctora de la familia, que eficientemente nos atiende desde hace algunos años. Durante la espera fui testigo de una interesante conversación que sostenían dos personas de los que ahora llamamos de “la tercera edad”. Presté mucha atención, porque se estaban diciendo cosas de altura sobre la política y sobre congresistas y senadores de los EE.UU. Mi curiosidad se incrementó cuando arribó al lugar otra persona, de aproximadamente la misma edad que los antes mencionados, cuya presencia no parecía ser del agrado de los que allí estaban. No obstante lo anterior, hubo un formal intercambio de saludos ─ evidentemente se conocían ─ y uno de los que estaban en el consultorio preguntó al recién llegado si tenía algún problema de salud, a lo que éste respondió que estaba sufriendo un fuerte resfriado y quería que la Doctora lo reconociera, para descartar la posibilidad de alguna complicación en las vías respiratorias.
Y ahí fue cuando se formó la de San Quintín. El otro “veterano” que al igual que yo presenciaba la conversación le dijo al recién llegado:
-“Pero ven acá “fulano” (voy a obviar nombres), ¿tú no eres un “disidente”, qué tú haces en un consultorio de la familia, si tú siempre estás criticando todo lo que el Gobierno hace y te gusta decir que tú no le debes nada a la Revolución?. El Consultorio de la familia, con todas las deficiencias que pueda tener, es un logro de la Revolución, que acerca la medicina preventiva a todo el pueblo”.
El “fulano disidente” balbuceo algo y después de salir de la sorpresa, dijo que el necesitaba que la Doctora lo reconociera, que se estaba sintiendo mal y que el tenía derecho igual que cualquiera otro.
El interpelado siguió con su perorata y en un soliloquio lleno de imprecaciones dijo que él ya ni sabía lo que era:
-“la gente que me metió en esto (refiriéndose a su actividad “opositora”) además de ser buenos en “inflar globos”[1], son unos “embarcadores”[2]. Un grupo de ellos se han aprovechado de las Reformas Migratorias y rápidamente se han montado en un avión y andan “vacilando”[3] por el mundo con todos los gastos cubiertos y se han olvidado de nosotros. Parecen que pretenden tumbar al “Chino”[4] montados en un avión, “jamando”[5] sin susto y hospedándose en hoteles 5 estrellas. Claro que la plata que reciben “de esa gente””, tu sabes, se la guardan y a nosotros no nos llega nada”.
Dice mi amigo Cantaclaro que tanto es el “daño” que ha causado la Ley Migratoria, que los que mandan la plata para los “disidentes” andan como locos verificando continuamente las listas de sus beneficiarios internos, ante las constantes “bajas” que la susodicha reforma ha creado en sus “filas de combatientes”.
-“Ahora mismo ─ siguió diciendo el “fulano disidente”─ se está formado un titingó tremendo porque hay un tal Luis Cino, a quién no conozco; pero me dicen que es uno de los que quiere tumbar al Gobierno a través de la Internet, que dice que publica un periódico digital desde hace varios años y ahora resulta que una tal Yoani, a quién tampoco conozco; pero que es una de las que anda dándose la buena vida por “los países”[6], declaró por no se donde, que cuando ella regrese va publicar un periódico digital y alternativo desde Cuba y que será la primera vez que esto se haga.
Figúrate tú ─ afirmó el “fulano disidente”─, el tal Luis considera que lo han tirado a mierda y está marcando territorio, porque no quiere quedarse fuera del billete. Aquí todo el mundo sabe que si a esa Yoani o a cualquiera de los que andan por ahí, le piden que haga algo a su regreso es porque los van a “mojar”[7] bien y todos quieren que a ellos por lo menos, las salpicaduras les lleguen”.
Y en eso la Doctora nos llamó y me quede con deseos de saber como terminó el intercambio. Me resultó claro que este caballero que estaba en el Consultorio es de esos que se autodefinen como “disidentes”, que siguen la ruta del dinero, que van por la vida como veletas que giran para donde sople el viento (y la plata) y que los que andan de viaje disfrutando la vida y despotricando contra Cuba al servicio del Imperio, si regresan, van a tener que caminar derecho porque los “disidentes” y “ciberdisidentes” de segunda categoría, que no pudieron salir de viaje con pasajes y gastos cubiertos porque su currículo grupusculero no les da para eso, van a exigirles su parte en el botín.
[1] En lenguaje popular; decir mentiras.
[2] Que dejan plantados a las personas.
[3] En Cuba significa gozar, divertirse, holgar.
[4] Se refiere al Presidente, General de Ejercito Raúl Castro Ruz.
[5] En lenguaje popular: comiendo.
[6] Modismo que utilizan algunos en Cuba para referirse a viajes al extranjero.
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