
Por Raúl Antonio Capote
Entre la guerra militar interminable y la galopante impunidad de los asesinatos cobardes contra líderes sociales y exguerrilleros, el caldo de la violencia armada que hierve en Colombia no da un mínimo resquicio a cualquier intención de paz.
Nada que sea compatible con el convivir pacífico cabe en el lenguaje de los promotores de conflictos, y si allá, en la potencia del Norte, hay una cínica acusación que señala como colaborador de terroristas al país que lo ha sufrido más y no comulga con acciones de ese tipo, hay quienes en Colombia se apuran a decir que es verdad, porque Cuba no accede a violar los protocolos acordados para la negociación del proceso de paz.
El tema es que el Gobierno colombiano ha exigido al cubano la «captura y extradición» de los líderes del Ejército de Liberación Nacional (eln) que forman parte de los diálogos en Cuba. Eso, obviamente, contradice los mencionados protocolos que definen muy bien cómo proceder en caso de ruptura de la negociación, pero la ejemplaridad diplomática de la Isla demuestra que jamás accedería a proceder de tales formas.
El último de tres protocolos establecidos dice bien que, en el caso de la ruptura dada, hay que garantizar el retorno con seguridad de la delegación a los campamentos del eln. Eso es lo que el Gobierno de Iván Duque pretende desconocer, y que algunos de los países garantes del proceso recuerdan que es preciso cumplir, porque son acuerdos de Estado.
En una entrevista muy reciente, concedida al diario colombiano El Tiempo, el embajador de Noruega allí, John Petter Opdahl, afirmó: «Nuestra posición es la misma que ha sido desde el principio. Siendo cofirmante junto con varios otros países garantes de este protocolo que se hizo entre dos partes, asegurando el retorno seguro en caso de ruptura de las negociaciones, tenemos que honrarlo».
Sus palabras parecieran haber sido dichas para fijar la posición de todos los mediadores participantes. Luego, fue todavía más preciso: «Tenemos que recordar que Cuba en su momento aceptó la responsabilidad de ser el anfitrión de las negociaciones por petición de las mismas partes. Claro, en una negociación de paz, el país anfitrión debe garantizar la seguridad física y legal de las delegaciones. Si hay duda sobre la capacidad de un país anfitrión de garantizar la seguridad, el camino hacia la paz será mucho más difícil. Este principio es válido para cualquier proceso de paz en el mundo».
No hay más que decir. Si la posición de Cuba, dicha por Cuba, no tiene oídos allí, tal vez escuchen los mismos argumentos en boca de otra persona.
Por lo pronto, hay una verdad insoslayable: la actitud del Gobierno colombiano de desconocer el protocolo de Ruptura del proceso de paz y exigir a Cuba la captura y extradición de los miembros de la delegación del eln, es una violación del acuerdo suscrito por el Estado colombiano con seis países garantes; un precedente muy grave que pone en riesgo la búsqueda de soluciones negociadas en el mundo, y que, en la nación sudamericana –tal parece– pretende tirar la puerta a la cara de la paz.
Tomado de Granma
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