Por Rebeca Chávez
Cuando preparábamos una posible entrevista con Fidel para el documental La guerra necesaria, recordamos que en el juicio por el asalto al Moncada él había declarado que José Martí era el autor intelectual de aquellas acciones. Santiago Álvarez pensó que Playitas, un paraje evocador, era el mejor escenario para la entrevista. Fidel aceptó. Llegó temprano con un pequeñito grupo, en el que recuerdo a Chomi, al comandante Almeida, a Hart, a Osmani y a Pepín Naranjo. Los siguientes fragmentos pertenecen a las filmaciones de ese día de 1976, realizadas por Santiago.
EXT. DÍA. PLAYITAS
Fidel frente a cámara. A su derecha la pequeña ensenada; a la izquierda, el farallón, donde está casi incrustada una tarja que recuerda el desembarco de Martí.
FIDEL: ¿Ya están listos?… donde estamos nosotros ahora…, cuando uno piensa lo que significó el desembarco por aquí por Playitas, eran seis hombres solamente, hace 81 años, el 11 de abril de 1895. El Moncada ocurre, aproximadamente, 58 años después, y el Granma ocurre 61 años después de Playitas. Ahora me pongo a imaginar lo que significó aquel hecho, desembarcar en la noche por esta costa, me abundan estas playas, en el diario de Martí. Dice que a las 7:30 se preparan para desembarcar, ya en aquella fecha era de noche. La noche era tormentosa, Martí dice que enrumbaron mal, llegaron aquí a las 10:00 de la noche, en una noche oscura. Me pregunto: ¿cómo pudieron encontrar esta Playita?, porque indiscutiblemente en estas costas en las zonas de rompiente fuerte y roca, era virtualmente imposible desembarcar, de puro milagro encontraron un rinconcito tan pequeño, como este, que apenas tiene 80 metros para desembarcar. (…) No se encuentran playas por estos lugares. Cuando veníamos en helicóptero hacia acá, estábamos mirando la topografía del terreno, es montañosa, áspera, bastante seca y una vegetación muy difícil de atravesar y me imagino lo que tiene que haber sido para Gómez y Martí y los demás expedicionarios, pero especialmente para Martí, que Martí no tenía experiencia de la guerra, que Martí no era un hombre físicamente fuerte, dedicado en su vida a un trabajo de organización, a la creación literaria, a la creación política, muy intelectual, (…), y de dónde encontró fuerzas para realizar una proeza semejante, remar, desembarcar, cargar con su mochila, caminar con su fusil, con sus 160 balas, caminar de noche por esos lugares, donde nosotros con mucho trabajo hemos llegado de día. Avanzar por todas esas montañas en aquellas condiciones es algo realmente increíble, pero él mismo decía que, precisamente de esas situaciones, de esa felicidad que el hombre encuentra cuando está realizando una tarea, de esa naturaleza, es que saca fuerzas, y él sacó fuerzas y nunca se vio en todo el diario de Martí, jamás se ve una queja, sino todo era optimismo, entusiasmo, orgullo. Él decía que había dejado las cadenas que lo habían acompañado durante toda su vida en la lucha por la independencia de Cuba. Yo creo que fue una proeza extraordinaria y este lugar es un lugar sagrado.
CAMBIO DE ROLLO. CONTINUACIÓN
DE LA ENTREVISTA
El Granma se concibió (bueno ahora se llama Granma), pero ya nosotros desde Isla de Pinos habíamos elaborado una estrategia de lucha. Incluía sus partes políticas para demostrar que no había ningún tipo de solución pacífica en las condiciones existentes en nuestro país bajo la dictadura de Batista; pero teníamos que demostrarlo ante la opinión pública, para dejarlo bien sentado, que si se iba a producir una guerra no era por deseo de los revolucionarios, sino por una necesidad inevitable que imponían las condiciones políticas existentes en Cuba, y en este sentido había mucho de la influencia martiana. Tú sabes los enormes esfuerzos que él hizo para demostrar que la única salida que había para la independencia de Cuba era la lucha armada frente a las corrientes autonomistas.
En condiciones muy difíciles, perseguidos internamente en México –puesto que lógicamente nuestras actividades en cierta forma, aunque no se dirigían contra el estado mexicano violaban las leyes mexicanas–, tuvimos que organizar a los hombres, entrenarlos, buscar los medios para venir a Cuba y preparar la expedición. Cuando salimos nos estaba buscando la policía de México a todos, incluso perdimos una parte de las armas que traíamos. Solamente pudimos traer el armamento para los 82 hombres y algunas armas adicionales, que después fue imposible prácticamente trasladar. Nosotros habíamos hecho una discutible promesa de que en 1959 «seríamos libres o mártires». Se puede discutir la procedencia de esa promesa, pero en realidad teníamos que luchar duramente contra el escepticismo reinante en Cuba y contra las tendencias políticas que buscaban seguir la vía electoral, haciéndole el juego a Batista, por eso tuvimos que hacer aquella dramática promesa y estuvimos siempre decididos a cumplirla. Si a última hora no hubiera sido posible venir en el Granma, nosotros habríamos venido de cualquier forma, aunque fuesen ocho o diez hombres. Esa idea estaba absolutamente presente, siempre con el propósito de cumplir la promesa que se había hecho, pero históricamente, porque uno cuando analiza los hechos históricos piensa que no era necesario esa promesa, pero una vez que se hizo, fue necesaria cumplirla.
Tomado de Granma
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